Vida en los arrozales

¿Qué sed descomunal siente el océano que constantemente amenaza con engullirles? Se ensañó primero con los manglares, pero ni las punzantes raíces detuvieron su acoso. Sin embargo, ahí sigue amenazante, agazapado, impaciente, esperando que llegue el momento del gran bocado. Dicen que si el nivel de las aguas persiste en su ascenso, llegando a alcanzar hasta 45 centímetros, el 75% de sus bosques serán destruidos, el agua embravecida o calma arrastrará el arroz, el yute, escalará las aterciopeladas colinas devastando todo a su paso, no habrá ya más té. El delta se disolverá en la inmensidad del Índico. El agua, fuente de vida, también muestra su faz más agresiva, otorga y arrebata al mismo tiempo ¿no es quizás también el dios Shiva el que destruye y renueva el universo, o su consorte la diosa Kali, considerada la realidad última, la fuente del ser, Madre universal y a su vez destructora de espíritus maléficos?

Bangladesh es agua. Torrentes cayendo en picado por abruptos acantilados, para postrarse después, convirtiéndose en un lecho que acoge los cálidos rayos del sol en sus plácidas aguas. Así es el delta en el golfo de Bengala, donde desembocan las aguas de la madre Gangá, la diosa de la fertilidad, reflejo del cosmos en perfecta armonía. Visitamos maravillados inmensas plantaciones de arroz, que siguen conformando la fisonomía del paisaje en una encrucijada de serpenteantes líneas. Unas veces son surcos encharcados, lodosos, y aún así, albergan vida. Los niños se sumergen en la espesa profundidad de su útero apenas unos segundos, para escarbar en el fango y emerger victoriosos con su captura. Esos peces serán su aportación a sus familias, llenando de júbilo los hogares al contribuir así a saciar su hambre.

Presenciamos también el trabajo que familias enteras realizan en los tradicionales “molinos de descarcarillado”. El arroz se sumerge en grandes tinas abiertas al aire libre y se procede a unos minutos de ebullición. A continuación, el grano húmedo se rastrilla y se voltea sobre una superficie de cemento y se deja secar al sol. Cada atardecer, para evitar que se moje, se agrupa en pequeños montículos que serán cubiertos por conos gigantescos, manejados con una habilidad acrobática digna de la más bella danza aérea. A la mañana siguiente, el cereal se extiende nuevamente al sol. Después del secado, los trabajadores lo recogerán y llenarán los sacos de yute para su transporte.

Como tantos otros trabajos, también este es estacional, grandes colectivos llegan de diversas partes del país y se establecen en la zona circundante a Dhaka. Alrededor de estos molinos construyen tan solo unos chamizos que, durante unos meses, convertirán en su hogar.

Bangladesh llegó a alcanzar en el ranking, una de las rentas per cápita más bajas del mundo, pero hoy está ganando todas las batallas. Vemos cómo se cierra, poco a poco, esa herida causada por las obligadas migraciones, por un pasado convulso, sangriento.

En las zonas rurales, en las calles de Dhaka y en el fluir de las aguas del Buriganga la vida renace con fuerza.

10 comentarios sobre «Vida en los arrozales»

  1. Mostrarnos esa forma de subsistir, con pinceladas de su historia y contemplar la luz de su mirada, la expresión de su sonrisa, su presencia ante el extranjero cuando te facilitan esa fotografía y su actitud en la actividad, me hace plantearme quién vive y quién subsiste.
    Guardo esas miradas en mi corazón y desde ahí les agradezco su enseñanza.
    Gracias hermana por acercarnos Vida a nuestro corazón.

  2. Si no fuera por lo que tu nos mandas nunca imaginaría la existencia de esta gente que sonríe con sinceridad y a quien les vemos felices con lo que tienen, que si lo comparamos con nuestros valores no es nada, pero supongo que para ellos lo es todo. Sorprendente el sistema del descascarillado del arroz. Cuanto que aprender! Las fotos son fantásticas. Gracias Elena. No dejes de enviarme tus experiencias. Gracias de nuevo. Un abrazo.

    1. ¡Cómo me alegra recibir tus notas Montse! Para mí es muy importante poder compartir estas vivencias y saber que te llegan y sentimos lo mismo es maravilloso. Muchas gracias y ahí va también un abrazo grande grande.

    1. Qué bonito lo que me dices Loli, pero tampoco yo podría mirar cómo miro o ser quien soy sin vosotros. Muchas gracias y también un fuerte abrazo para ti.

  3. Unas fotos preciosas, Elena, especialmente las de paisajes de agua y las de los niños, tan guapos, tan dignos en su pobreza.
    Gracias por enseñarnos otros mundos que están en este y que no conocemos.

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