6 – El cerebro es el órgano de recepción del pensamiento, razón por la cual se hace indispensable admitir sólo aquellos pensamientos que lo alimenten y fortalezcan. Los pensamientos bajos y negativos envenenan el cerebro; de manera que, si alguien dice ser dueño de pensar como quiera, se equivoca. El hombre no puede alimentar su cerebro con pensamientos de cualquier índole, así como no puede alimentar su estómago con alimentos inconvenientes, ni su corazón con sentimientos innobles. Para mantener la armonía del organismo es preciso alimentar el cerebro con pensamientos luminosos, el corazón con sentimientos nobles, los pulmones con aire puro y el estómago con alimento sano. El cuerpo humano representa una vasija destinada a efectuar cierto trabajo. Este recipiente debe mantenerse sano. Si está resquebrajado, cualquier cosa que se vierta en él se desperdiciará. A veces las pérdidas son grandes y otras suelen ser pequeñas. Si se echa agua en esta vasija y se escurre por la hendidura, la pérdida no es significativa porque en la naturaleza hay abundancia de dicho elemento; pero, si el contenido es algo muy valioso, como ser, aceite de rosas, la más pequeña pérdida será una aflicción. El precioso aceite que se vierte en la vasija humana ·representa la misma vida. Si se desperdicia el aceite, el hombre comienza a enfermar ya envejecer prematuramente. Esto significa que ha perdido su relación correcta con el Mundo Inteligente. ¿Qué puede hacer entonces? Restablecer esta relación. ¿Cómo? Renovándose. Todo hombre, virtuoso o desatinado, puede interrumpir este vínculo o lo puede restablecer. Con una acción equivocada el virtuoso puede interrumpido y con una buena acción el desatinado puede restablecerlo. Este estado, tanto en uno como en el otro, puede ser momentáneo o permanente. Dios le ha dado a cada uno por igual una mente para reflexionar.
El bien es la base de la vida. Es una cualidad divina otorgada por el Mundo Inteligente. Si el hombre obtiene conciencia de que esta cualidad está en sí mismo, puede afirmar con certeza que proviene de Dios; por el contrario, si admite lo malo en sí, limita tal afirmación, porque del bien no puede derivar el mal. Entonces, quien es proclive al mal no manifiesta el bien que está en él; es decir lo desaprovecha. Eso depende de su vasija. Quien es bueno y virtuoso representa una vasija sana que contiene en sí el precioso bien de la vida y lo manifiesta, mientras que el desatinado se asemeja a una vasija rajada que dilapida, para mal, lo mejor de sí mismo.
Al hombre que comete desatinos y actos malos no hay que decide que sea bueno, sino que manifieste el bien que subyace en lo profundo de su ser. No es Dios quien corrige los pecados humanos sino que cada uno que infringe la ley debe enmendados por sí mismo. El bienes una cualidad divina y por el bien Dios distingue a sus criaturas. Manifiesta el bien que está en ti y serás testimonio viviente de la presencia de Dios. Como aspirante debes saber que contienes en ti las semillas de todos los buenos frutos. Si hoy no has alcanzado plenamente la condición de discípulo, llegarás a sed o alguna vez.
Llevas en estado germinal todas las posibilidades para el bien. Es suficiente que siembres las semillas de tus buenas habilidades en ti mismo y esperes el tiempo de su manifestación, el que habrá de llegar oportunamente. El hombre ha venido a la Tierra para trabajar, estudiar, pensar y sentir correctamente. Se le han dado talentos que debe desarrollar. Posee riquezas, y sin embargo se siente pobre. No lo sería si trabajara y empleara los talentos que están dormidos en él. La dignidad del hombre está en su amor hacia el mismo amor, hacia la sabiduría y la verdad. Cuando manifieste estos grandes principios aplicándolos en su vida, habrá cumplido con su misión.
Beinsa Douno.