La Luz es el acto creativo de la augusta naturaleza viviente. Ella establece unos límites entre el ser y el no ser, entre lo eterno y lo temporal, entre lo real y lo transitorio.
Los físicos definirán la luz como una serie de vibraciones en los que entran siete colores, del rojo al púrpura. Te dirán que el color rojo tiene 428 billones de vibraciones, el violeta 739 billones y el ultravioleta, 833 billones. Este es el punto en el que los físicos, hasta este momento, han llegado al desarrollo de su receptividad. Este en es el caso en relación con el mundo físico, pero ¿qué tiene que ver la luz con la inteligencia humana?
Observaciones y experiencias del presente han demostrado que no es posible ninguna actividad intelectual, que ninguna conducta orgánica puede tener lugar sin la presencia de la literatura. El grado de desarrollo de todos los seres depende de la calidad y cantidad de luz presente en el momento dado. Todos los hombres se distinguen por su grado de receptividad a luz y la forma en que hacen que se vea como él. Podemos decir que el carácter mismo de la manifestación espiritual del hombre depende de la calidad y cantidad de esta luz. Si una persona tiene luz roja en su manifestación más baja, y en grandes cantidades, estará listo para enojarse. Todos los seres que han acumulado esta luz en sus cuerpos son desproporcionadamente activos y groseros. Tenemos que dar a esta energía una dirección diferente para que pueda lograr algo a través del trabajo consciente.
Cada color tiene una acción orgánica y psíquica. El color rojo en estado puro tiene un efecto vigorizante, pero cuando entra impuro en el hombre, produce irritación.
El color naranja puro da una noble individualización, y cuando se recibe impuro, mantiene el egoísmo.
El color amarillo puro produce el equilibrio interior de los tiempos, la paz, la tranquilidad. En su forma impura, el engendra un estado enfermizo.
El color verde puro intensifica el crecimiento bajo cualquier situación: pensamientos, sentimientos, la manifestación de la nobleza de los impulsos. En una forma impura, causa cansancio físico y psíquico.
El color del cielo azul, en gran cantidad y puro, da lugar al impulso, la expansión de los sentimientos, la manifestación de todo lo que es más alto en el hombre. Recibido en su manifestación inferior, tiene un efecto opuesto. El hombre, entonces, se siente inclinado a la duda, a la falta de fe.
El azul oscuro en su manifestación más pura produce firmeza, decisión, fuerza en las convicciones, en los sentimientos. De lo contrario: incoherencia.
El color violeta puro da fuerza de carácter; recibido en malas condiciones, tiene el efecto de pusilanimidad.
Cada pensamiento produce un color particular, de ahí la gran importancia de los pensamientos positivos y altos para mejorar nuestra vida y la de nuestro prójimo.
Beinsa Douno.