¿Y de qué es la hora? De actuar. Estamos en un tiempo sin tiempo, en una cuarentena, en casa. Es una situación totalmente inesperada y que no cabía en ninguna película de ficción, todo el mundo, en todo el planeta confinados en sus casas.
Somos humanos, y como tales tenemos la posibilidad de elegir, quizá no lo que nos pasa, pero sí como vivimos lo que nos pasa, y ahí radica nuestra responsabilidad. Podemos elegir cómo queremos vivir estos días, bien dejándonos llevar por el ambiente, las noticias, o podemos hacer que esta situación sea una oportunidad ¿Qué eliges?
Y me dirás, ¿Una oportunidad para qué?
Las circunstancias nos obligan a parar, por tanto podemos hacerlo y reflexionar sobre qué es importante para nosotros y cuánto de eso hay en nuestras vidas. Porque cuántas se han convertido en una carrera exprés hacia no sabemos dónde. Corriendo a un trabajo que no nos gusta, que no nos aporta o no en la manera como nos vemos obligados a hacerlo, sin tiempo para nosotros, para las personas que nos importan, solo por un dinero que nos urge para poder pagar las necesidades tenemos y las que nos vamos creando. Nos hemos metido en un círculo vicioso del que es muy difícil de salir, hasta ahora.
Estamos en una situación tan extraña, tan poco común que tampoco valen las soluciones conocidas, por tanto, nos abre a nuevas e infinitas posibilidades. ¿cual va a ser? depende de ti.
Por eso ahora tenemos una gran oportunidad. Hay muchos maestros, entre ellos Miguel Ruiz o Castaneda, que hablan de que la realidad es fruto del sueño colectivo de la humanidad, y el sueño actual está basado en el miedo.
Por tanto, si lo hemos creado entre todos, también podemos crear otro diferente. Podemos crear ese mundo que queremos que sea, y no vale pensar que lo tienen que hacer los otros, los políticos, o los dirigentes del mundo o …. Eres tu, depende directamente de ti. Tu, tu y yo tenemos que hacer lo que nos toca.
Ya se que es difícil, ¿pero eso no lo convierte en un reto interesante y emocionante? Y ahí entra el poder de nuestra imaginación. Algún autor famoso, no recuerdo quién, escribió “todo lo que eres capaz de imaginar puede existir”.
¿Cómo te gustaría que fuera tu vida? Esa Vida, con mayúsculas, que merezca la pena vivir. Atrévete a soñarla, por qué no? Podemos empezar a imaginarla y, como dicen los chamanes, actuar como si ya fuera real para que así lo sea.
Vamos a vivir muchos cambios respecto a la vida que hemos llevado hasta ahora, no los podemos evitar, ya se están dando y si no ponemos consciencia irán hacia dónde no queremos. Por ello tenemos que darles dirección, hacia donde queremos y nos interesa. Esos cambios son posibles y merecen la pena. El primero es darnos cuenta de que somos responsables de lo que vivimos. Somos como el eco, y os voy a dejar un pequeño cuento que habla de esto.
Un niño paseaba por la montaña con su papá. En un descuido tropezó con una roca y gritó ¡Ay! y de inmediato a lo lejos escuchó una voz que gritaba ¡Ay! ¡Ay!
Con curiosidad el niño pregunta:
– ¿Quién está ahí?
y sin tardanza la voz le dice:
– ¿Quién está ahí?
El niño, ahora enojado porque la voz está repitiendo
su pregunta, grita:
– ¡Cobardeeeee!
y la voz responde en seguida:
– ¡Cobardeeeee!
El niño, que está fuera de sí, mira a su padre y le pregunta:
– ¿Quién es? ¿De dónde sale esta voz, papa?
El padre sonriendo le dice:
– Presta atención hijo.
Entonces se vuelve hacia la montaña y haciendo bocina
con las manos grita:
– ¡Te admiroooo!
Y la voz regresa diciendo:
– ¡Te admiroooo!
Y de nuevo el hombre grita:
– ¡Eres un campeoooón!
Y se escucha:
– ¡Eres un campeoooón!
El niño observa al padre curioso pero sin entender que
pasa, y el padre le explica:
– Mira hijo, lo que has oído han sido tus mismas palabras. La montaña las ha
devuelto. Se llama el eco. La vida funciona como este eco de la montaña, te
devuelve todo lo que dices y haces.
Y el niño, ya calmado, pregunta a su padre:
– No entiendo. ¿Me lo explicas, papá?
El padre sigue explicando a su hijo con mucho amor:
– Tu vida es un reflejo de lo que tú haces. Si deseas más amor, crea más amor a tu alrededor. Si deseas una sonrisa y alegría, da una sonrisa a aquellos que conoces. Si deseas que las otras personas sean justas contigo, trata a los demás justamente. La vida te dará de regreso lo que tú le hayas dado.
El niño mira a los ojos de su papá y le responde:
– ¡Ahhh! Entiendo … tal como el eco de la montaña.
Y corre hacia su padre y le abraza con mucho amor.
Maestro: creamos nuestra propia realidad con nuestras palabras y con nuestras acciones.
Fuente: cuento adaptado encontrado en Internet, autor desconocido
Por tanto, si todo lo que vemos fuera es un eco de lo que estamos emitiendo, nos podemos preguntar qué parte de responsabilidad tengo. Qué parte de queja, de miedo, de desconfianza proviene de mí, y al darme cuenta puedo cambiarlo, y si lo cambio en mi, y somos muchos, se reflejará en el mundo.
Ha llegado el momento de actuar, de crear con el poder de nuestro pensamiento esa nueva tierra, de utilizar la gran fuerza del amor. Podemos decidir qué tipo de vida queremos vivir, cómo queremos que sea la sociedad y creer y confiar en que es posible. AHORA, mientras estamos confinados, para que cuando salgamos, ya el mundo esté cambiando. La naturaleza ya lo está haciendo, se está limpiando, regenerando. Es posible. Entre todos podemos, juntos podemos, y no es el eslogan de un partido político. De hecho ya lo estamos haciendo al dar importancia a los sanitarios y aplaudirles todos los días, al saludar a los vecinos cuando les vemos en las ventanas, al cuidarnos, limpiar nuestro entorno, bailar, reír, no contagiar malas noticias, estar disponibles para nuestra familia, para las personas que lo necesitan.
Animo, lo estamos haciendo ya. El cambio hacia esa nueva humanidad es posible, cada uno tenemos que poner nuestro grano de arena.
Gracias Lupe.
Bonitas palabras de Enseñanza.
Los voy a tener en cuenta.
Gracias Iñigo, me alegro. Un abrazo