La libertad posiblemente sea la única reclamación humana de naturaleza espiritual, sin embargo, tal como la comprenden, acaba por ser una forma de perder el tiempo, de divertirse, de hacer idioteces y de molestar a los demás y a sí mismo. ¿Quién piensa en ser libre para consagrar su tiempo en trabajos sublimes? La mayoría de luchas sociales y políticas giran alrededor del vientre, del sexo, de la pereza y del placer. Por consiguiente, si se da a la gente lo que reclama, no se hace otra cosa que hundirla más y más en el egoísmo y en las pasiones.
¡Cuántos libros, películas, revistas, espectáculos, arrastran actualmente a los humanos hacia el desorden, la anarquía, el caos! ¡Y tienen éxito! Es extraordinario ver cómo la naturaleza humana tiene necesidad de un alimento infernal. Por eso los escritores y los artistas no son tan culpables de dar este alimento a la gente. Porque al buscarlo con tanta avidez, aquéllos tratan de procurárselo. Así pues, no es culpa suya, y si estuvieran instruidos por Iniciados, sabrían que no hay que descender jamás para satisfacer las apetencias de la muchedumbre y los antojos de la naturaleza inferior. Se quedarían en la cima y obligarían a las masas a subir hasta alcanzarles, hasta alcanzar esta inteligencia, esta belleza que pueden dar. Representan el cerebro y deberían desempeñar el papel de una verdadera aristocracia. Pero quieren contentar a la masa, al «demos», al estómago, con lo que la aristocracia del cerebro se derrumba. He ahí por qué actualmente el lado inferior domina, se impone, dirige, reclama…
De ahora en adelante hay que formar de nuevo una aristocracia intelectual, moral, espiritual, para que la masa pueda evolucionar; y las tendencias que han tomado el poder, el «demos», el estómago, el vientre, el sexo, deben dejar el gobierno a la cabeza, porque no compete a la cabeza el satisfacer los deseos del vientre y del sexo.
Omraam Mikhaël Aïvanhov.