La caída de los Imperios.

Lo que ocurre en nosotros es la imagen exacta de lo que pasa en la sociedad: en ella encontramos las mismas revoluciones, los mismos desórdenes, los mismos cambios de situación.  ¡Cuántos reyes que no estuvieron a la altura de las circunstancias fueron derrocados por sus súbditos! No conocían las terribles leyes del karma y se permitían toda clase de injusticias y crueldades. Pero he aquí que otros, subterráneamente, en el silencio, preparaban su derrocamiento, y un día fueron derrocados. ¡La historia nos ha dado tantos ejemplos! ¡Cuántos reyes han sido destronados y encerrados en los calabozos con un poco de agua y algunos mendrugos de pan! Y estaban allí, maltrechos, esperando su liberación, mientras que los que se habían adueñado del poder gobernaban en su lugar. Todo el mundo lo sabe, pero, ¿cuántos han comprendido que esto es precisamente lo que pasa en nuestra vida interior? El rey que hay en nosotros se deja arrastrar por la pereza o por el libertinaje, y he aquí que las fuerzas hostiles se apoderan de él, le meten en el calabozo y gobiernan en su lugar…

Por lo tanto, es preciso que el hombre recupere su lugar, y esté a la cabeza de su reino, de lo contrario acabará por ser completamente reemplazado por los granujas y los bandidos que también están en él. Desde el momento en que no respeta ciertas leyes, que no es justo ni honesto, se producen revoluciones dentro de él y le desplazan, reemplazándole los monstruos, que dirigen en su lugar. Y los demás, que están ciegos, no ven que ya no es la misma persona que estaba dirigiendo antes. Por otra parte, nos damos cuenta de este hecho en algunos casos de locura. Cuando alguien empieza a decir: «Yo soy Gengis Khan » o «Yo soy Jesús» o «Yo soy Napoleón», es que ha sido reemplazado. Naturalmente, ni Gengis Khan, ni Napoleón, y aún menos Jesús, están allí, pero el pobre, ¡ya no sabe dónde está! El desdoblamiento de la personalidad es actualmente un fenómeno conocido y clasificado, nadie duda de él. Pero lo que no se sabe es que el desdoblamiento, o más bien esta multiplicación de la personalidad, es un fenómeno que se da en cada uno. Porque el hombre está poblado por millares de espíritus y entidades, y según el caso, son unos u otros los que se manifiestan.

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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