La actualidad por sí sola difícilmente puede auspiciar esperanza. Necesita de una lectura luminosa y sabia que permita interpretarla. La lectura de la realidad cotidiana no nos puede liberar, a lo sumo contribuir a ubicarnos en esta dimensión física. Nos puede ayudar a situarnos en un tiempo, en una geografía, en unas circunstancias determinadas, de ninguna forma emancipar.
Seguir de cerca la actualidad no tiene carga liberadora, no nos catapultará de por sí a otro nivel de conciencia. Esa información es muy limitada y nos va confinando sin darnos cuenta. Nos aprisiona en una burbuja, nos impide cobrar vuelo. Siento cierta autoridad en ese tema, pues llevo toda mi vida empapándome de actualidad. He podido observar en mí mismo, lo limitante y castrante que puede llegar a ser.
El periódico diario nos va encerrando en un tiempo y unas coordenadas sumamente estrechas, nos invita a olvidarnos del infinito sin límites. Contribuye a perder la noción de que no somos este tiempo y esta geografía, de que nosotros mismos somos eternos.
Vengo de Madrid. He reparado en ello cuando he viajado el domingo en el metro y he visto a mi lado a un hombre de mi edad, acabado, vacío de vida, con la mirada perdida. Asía el “El País” doblado con sus hojas salmón, con su correspondiente y colorida revista semanal. Vendría de estudiarlo a fondo en un banco ya primaveral o en un más oscuro café. Con todos los “Países” que llevo devorados en mi vida ese hombre podría ser yo mismo. Si mi órbita se hubiera ceñido a las secciones de “Nacional”, “Internacional”, “Sociedad”, “Cultura”… yo podría ser el portador de ese rostro demacrado y desesperanzado. Si me hubiera constreñido a ese universo cerrado, habría perdido todo brillo, no sabría nada de otros mundos y dimensiones, de sus infinitos y esperanzas.
Me he visto encerrado en esa ficción y mente limitadas, por supuesto aún lo estoy en exceso de medida. Por eso enciendo la alarma. “El País”, no digamos ya los otros periódicos más conservadores, no nos pueden liberar, pueden día tras día hacernos olvidar nuestro desafío de crecimiento, nuestro horizonte de liberación, nuestra vocación de eternidad.
Estamos en realidad hablando del enorme peligro de la intelectualidad. El conocimiento definitivamente no es sabiduría. El conocimiento limita con fronteras muy estrechas y a menudo orgullosas, la sabiduría nos ayuda a ubicarnos con humildad en el concierto del cosmos infinito y eterno.
Artaza 28 de Marzo de 2023