¡Vive!

Cada hombre es como un libro abierto. Manifiesta lo que lleva. Hasta ahora se van manifestando las mismas cosas y a mí me extraña tal monotonía.

Es preciso aspirar a otras manifestaciones; ésas que nunca hasta ahora se han demostrado.

¡Da vuelta la página de tu libro, para que puedas escribir una nueva página con la luz de tu mente y el calor de tu corazón!

 El discípulo debe conocer cuál es el divino propósito de su Vida. Las leyes y normas para él, están escritas en su interior. Fuera de él no hay leyes escritas. Lo que él debe manifestar en su vida sólo puede descubrírselo su conciencia superior.

Tú has de saber que, cuando el alma emanó de Dios algo ha quedado escrito en ella. Si el discípulo logra leer lo que está escrito en su alma, sabrá cuál es su propósito en la vida y lo cumplirá con precisión.

Así, cada uno viene a la Tierra para llevar a cabo aquello que le ha sido designado desde el principio. Mas, para cumplirlo, es preciso penetrar en el mundo mental, el mundo del pensamiento. Después tendrá que penetrar en el mundo espiritual, el mundo del calor, es decir, del amor. Por último, debe penetrar en el mundo divino para saber cuál es la voluntad divina y manifestarla en la vida como lo mejor de sí mismo.

Entonces, para alcanzar su propia meta, el discípulo tendrá que realizar previamente tres cosas importantes:

Desarrollar y reforzar su voluntad.

Ennoblecer y purificar su corazón.

Iluminar y fortalecer su mente.

Beinsa Douno.

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