Para alcanzar armonía en tu carácter, no prestes atención al mal. Como fuerza cósmica, el mal es inevitable. Si no lo respetas, puede vencerte. Esto es así porque el mal trabaja sobre el hombre, tanto como el bien.
Cuando inevitablemente te encuentres con el mal, aplica entonces lo que dice la Escritura: «Vence el mal con el bien, el odio con el amor, la mentira con la verdad». Entonces, cuando el mal entre en contacto con el bien, recibe lo que le falta, porque el bien es comprensión. Así, del mismo modo, el odio recibe algo del amor y la mentira recibe algo de la verdad. Sólo de esta manera el mal, el odio y la mentira pueden quedar satisfechos.
Si quieres auto-educarte, mantén en tu mente pensamientos positivos y en el corazón, sentimientos positivos. Pon todo lo negativo lejos de ti. La Naturaleza es positiva y nosotros debemos ser positivos. Ella ha puesto en el hombre talentos y habilidades que él debe trabajar para manifestarlos.
Cuando el hombre tiene alta conciencia, realiza sólo aquellos pensamientos y deseos que se relacionan con la vida consciente. Estos pensamientos y deseos aumentan su propia luz y esta luz se transmite a su entorno. Por eso, a estos pensamientos y deseos los llamamos luminosos. Contrariamente, cada pensamiento y deseo que privan de luz a la conciencia, los llamamos malos u oscuros. Éstos no son realizables para el hombre consciente. El discípulo debe saber esto porque entre la luz y la fuerza hay cierta relación. Cuando aumenta la luz, juntamente aumenta la fuerza. Cuando la luz disminuye, también decrece la fuerza. La misma relación existe entre la luz y el calor. Cuando la luz aumenta, también aumenta el calor, y cuando el calor aumenta, también lo hace la luz. Éstas son las relaciones correctas que existen entre la luz, el calor y la fuerza. Si hay excepciones, se deben a la densidad de la materia.
Beinsa Douno.