Estudia Siempre.

El discípulo estudia, para cumplir la voluntad de Dios, y no simplemente para crecer. El problema de su crecimiento no pertenece a sus planes, sino al plan de Dios.

Por eso mismo, el discípulo ha de pensar en una sola cosa: que debe estudiar. Tampoco debe pensar que si estudia habrá de superar a los demás. Él ha de saber que la ciencia que aún tiene que abarcar es infinita. Ha de tomar conciencia de que apenas ha comenzado el gran camino.

                CREA RELACIONES DE ARMONÍA

¿Qué es lo que se exige del hombre actual? Crear relaciones correctas consigo mismo y con los demás. El más grande problema humano es la falta de armonía entre el pensamiento y el sentimiento. El hombre no cuida esta relación en él mismo y no aprovecha inteligentemente la energía que contienen.

Las energías entre un pensamiento malo y un buen pensamiento pueden equilibrarse. Por ejemplo, cuando un mal pensamiento penetra en la mente, no es preciso luchar con él para extirparlo, porque si luchas, si aplicas violencia contra él, doblará sus energías y te ocasionará más daño. Al mal, sólo hay que responderle con el bien. Esto explica el versículo evangélico que afirma «no oponerse al mal». Como discípulo, debes trabajar para tu autoeducación. Esto significa aprender a armonizarte, o sea, establecer una relación correcta entre tus pensamientos, sentimientos y actitudes. Y una vez que te armonices a ti mismo, establecerás buenas relaciones con todo.  

Beinsa Douno

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