Armonía.

Como discípulo debes estudiar la ley de la armonía, pues esto se vincula con las relaciones correctas entre las partículas de la materia.

Si las partículas que componen el cuerpo humano se hallan correctamente relacionadas entre sí, todos los órganos estarán en armonía y cuando éstos están en armonía, los pensamientos, sentimientos y acciones también serán armoniosos. Cada célula, cada órgano del cuerpo humano, contienen cierta cantidad de energía. Estas energías se deben armonizar. Si no se armonizan, sobreviene la enfermedad.

Muchos hablan sobre la luz, el calor y la fuerza, sin tener una clara idea de su significado. ¿Cuál es la relación que existe entre ellos? La luz es producida por el Principio masculino primigenio. El calor es producido por el Principio femenino primigenio, por el amor. La fuerza pertenece al tercer Principio, el Hijo, esto es, la energía. Toda la Naturaleza está gobernada por la energía, y esto es lo que debes estudiar para lograr armonía.

Generalmente, en las manifestaciones de la vida humana hay algo sin terminar, ya sea en la forma, el contenido o el sentido. Por consiguiente, el discípulo debe trabajar en tres direcciones: perfeccionar la forma, completar el contenido y aplicar el sentido. Con otras palabras, él debe trabajar en el mundo físico, en el espiritual y en el divino; y, cuando se equivoca, debe saber dónde está el error, si en el mundo de los sentimientos, o en el de los pensamientos o en el de las acciones.

La forma está unida con el movimiento.

El contenido está unido con la intensidad.

El sentido está unido con la amplitud.

¡Manifiéstate armónicamente!

Beinsa Douno.

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