Por consiguiente, el amor a Dios es una poderosa fuerza, mediante la cual se llega a la perfección. ¿Qué es el amor? ¿Qué es la perfección? Esto no se puede describir. ¿Cómo podrías lograr una fotografía de toda la Tierra? Si fotografiaras la primera mitad de la Tierra, la otra parte no podrías fotografiarla. Pero hay seres que poseen tan amplia conciencia, que pueden abarcar toda la Tierra y penetrar en su interior. ¿Es posible esto? Para el hombre perfecto es posible; no lo es, en cambio, para el que es imperfecto.
¿Qué es lo que necesita el hombre de hoy? Necesita crecer y desarrollarse. Éste es el ideal del alma humana. Cuando crece y se desarrolla, a la vez, el hombre se perfecciona. Todo aquél que sigue un alto ideal, se perfecciona. Cristo llegó a la Tierra para cumplir una misión. Mediante ella, Él alcanzó la auténtica perfección. Del mismo modo, quien quiera ser perfecto, debe cumplir cierta misión, esa que Dios le ha asignado.
En Cristo tenemos el ejemplo de un servicio inteligente. Él dijo a sus discípulos: «Yo tengo otro alimento que vosotros no conocéis». ¿Cuál es este alimento? Cumplir la voluntad de Dios. Cada hombre debe mantener con firmeza el pensamiento de que puede atraer la atención de otro mundo, a fin de lograr el equilibrio necesario en la vida. En esta idea, justamente, está la fuerza del hombre. Ella es su respaldo, es la base sobre la que asienta su vida. Con esta idea él se fortalece y no vacila.
Yo te estoy hablando del camino por el cual han pasado los perfectos. Por este camino puedes pasar tú. En este camino de la perfección puedes tropezar con muchas contradicciones, a las que debes prestar atención. Cuando leas algo sobre la vida de Jesús, de Job, de los profetas, obtendrás ejemplos y métodos para aprender cómo se debe seguir adelante. Mantén en tu mente la premisa: «Servir a Dios en Espíritu y Verdad para ser perfecto». ¿Podrás llegar a ser perfecto? Esto depende de ti. Nadie puede otorgarte la perfección.
Beinsa Douno.