Ya se ha dicho: «Viviré en vosotros y os haréis uno conmigo». Esto comprende llegar a la perfección.
Hoy la gente se descorazona, se desespera. ¿Por qué sucede esto? Porque está lejos de la perfección, lejos de Dios. Y esto es así, no sólo para el discípulo, sino para toda la humanidad. La gente forma un todo. Juntos, todos los hombres llevan sus alegrías y tristezas. De esto se desprende que un hombre solo no se puede alegrar, pues su alegría está unida con la alegría de todos. Si un niño está enfermo, ¿pueden alegrarse los miembros de su familia? Aparentemente pueden mostrarse tranquilos, pero no podrán liberarse de la preocupación. Esto es así, también en relación con la tranquilidad de la humanidad.
Hay seres caídos que enfocan su mente hacia la gente pidiendo ayuda, y esto origina sufrimiento en los demás. Los pensamientos se reciben como si fueran enviados mediante una radio. Si tú, por ejemplo, recibes a través de tu radio interior el llamado de socorro de un barco que se hunde ¿puedes permanecer tranquilo? La gente vive comunicada entre sí y esto no se puede evitar. En medio de tales cosas, tú trabajarás y te desarrollarás internamente. Lo importante es toda la experiencia que puedas obtener. Sólo a través de tales experiencias el discípulo adquiere fuerza, se perfecciona y se libera. Alguien me ha preguntado por qué es preciso creer en Dios y amarlo. Tal pregunta no obtuvo respuesta. Según mi opinión, amar a Dios y creer en Él, es algo totalmente natural. Esto está en el orden de las cosas. Cuando el discípulo ama a Dios, se vuelve estudioso. No puedes amar a tu Maestro y no estudiar. Si lo amas, serás estudioso. El estudio no se puede reemplazar por el amor. El amor y el estudio marchan juntos. De esto saco la siguiente conclusión: el que no estudia, no ama.
Beinsa Douno.