Una cima, la alegría

       

           

 Una cima a alcanzar en nosotros.

El ser humano solo puede alcanzar a Dios, el Espíritu cósmico, esforzándose en alcanzar el espíritu en sí mismo, su Yo superior. Lo que da un sentido a su oración, es el esfuerzo que hace para alcanzar esta cima. La sinceridad y el fervor de su petición le proyectan a un plano más elevado. Pensáis que con la oración os dirigís a Dios … Sí, sin duda, pero Dios, que existe por todas partes fuera de vosotros, existe también en vosotros, y es pues a este poder al que os dirigís: vuestro Yo superior. Puesto que esta potencia está en vosotros, inseparable de vosotros, contesta; y su respuesta, son corrientes de vida intensa y pura que, atravesándoos, iluminan y armonizan todo a su paso. E incluso si alguna vez no conseguís lo que pedís, ganáis por lo menos unos elementos preciosos.

       En la oración se encuentra el movimiento de la respiración. Cuando dirigís vuestra petición, os eleváis, y es la inspiración; recibís una respuesta, bendiciones descienden sobre vosotros, y es la expiración.

                                                                               

                                       

                        Los mecanismos de nuestros aparatos psíquicos

        Nuestro psiquismo puede ser comparado a un conjunto de aparatos extremadamente sutiles y complejos que funcionan de forma coordinada. El Creador los concibió de manera tan perfecta, que podemos obtener todo lo que necesitamos sin recurrir a una ayuda externa; sólo debemos aprender a ponerlos en marcha. Entonces, en vez de reclamar sin cesar la intervención divina para socorreros en las pruebas, esforzaos en poner en marcha ciertos mecanismos en vosotros mismos.

        Diréis: «¿Pero entonces, es inútil rezar a Dios?» En absoluto, pero sabed que no es Dios quien viene del exterior a responder a vuestra llamada, para socorreros y consolaros. Este consuelo viene de vosotros. Claro, podéis continuar creyendo que es Dios quien os escucha en vuestras oraciones, da igual, los resultados son idénticos. Pero en realidad sois vosotros mismos, es vuestro Yo superior quien os escucha, puesto que supisteis accionar los mecanismos de los aparatos que el Creador ha situado en vosotros.

                                              

             Cuándo rezar nos proporcionará más alegría que ser escuchados.

        Cuando rezáis a Dios, es para conseguir algo de Él. Pero ahora entended que es en la oración misma que debéis encontrar vuestro gozo. Sí, solo en el acto de rezar, sabiendo que eldía en d que seréis escuchados, no tendréis que pedir más la felicidad. Cuando un deseo se realiza, después del primer momento de satisfacción, de repente sentimos una carencia y extrañamos los días hermosos en los que esperábamos, imaginándolo, una felicidad por venir. A partir de ahora, esforzaos pues en encontrar toda vuestra alegría en este vínculo que vuestra oración establece entre el Creador y vosotros. La sensación de este vínculo debe bastaros.

        Cuando hayáis comprendido la verdadera significación de la oración, aunque debáis soportar privaciones, seréis felices, porque nada ni nadie puede impediros crear algo hermoso, luminoso, poderoso en el mundo sutil del pensamiento. Diréis: «Pero entonces, ¡estas creaciones tan magníficas nunca se realizarán verdaderamente!» Pues bien, precisamente, puesto que son casi inaccesibles, irrealizables, es por lo que se quedarán presentes en vosotros y ¡viviréis en la alegría!

Onraam Mikhaël Aïvanhov.

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