Encuentras tu lugar en el mundo cuando deseas volar, pero igualmente retornar, cuando hacer la mochila representa tanto gozo como deshacerla y guardarla en la última estantería.
Encuentras tu lugar en el mundo cuando sales a la calle y los rostros son amables y no tienes prisa para ir a ninguna parte, porque junto a los vecinos ya estás en la mejor parte.
Encuentras tu lugar en el mundo, cuando hallas tu roca para la salida del sol, tu bosque para la salida de las penas; cuando un trozo de tierra sabe de tu azada, cuando las alubias conquistan altos palos y los tomates no ruedan mucho hasta el plato, cuando los árboles adivinan tus pasos y se acomodan a tu espalda.
Encuentras tu lugar en el mundo cuando la casa no necesita llave, cuando siempre hay cercana una puerta a llamar en el apuro, cuando tú eres igualmente acogida de otros apuros.
Encuentras tu lugar en el mundo cuando dejas de explorar las páginas de inmobiliarias, cuando el remoto pueblo abandonado no te saca ya del asiento, no te coloca de nuevo al volante.
Encuentras tu lugar en el mundo cuando el nombre de tu aldea cobra una sonoridad diferente, cuando se quita la frustración de encima, cuando lo cercano y ya familiar no desmerece de lo lejano y exótico. Fui en pos de lejanos lugares en el mundo, pero en realidad no hacía falta sofisticada brújula, ni pesada maleta. Ese lugar se encontraba mucho más cerca de lo que podía haber imaginado. No hay fracaso en la búsqueda de ese remoto espacio, hay agradecimiento por lo que con los años, poquito a poco, aquí mismo hemos podido construir en lo físico, sobre todo en lo humano.
Eskerrik asko Artaza!