Toma hábitos nuevos.

Libérate de tus viejos hábitos. Toma hábitos nuevos todos los días, no continúes con los viejos. No acuses ni juzgues a nadie. Sólo el que está al servicio de todos es libre; y limitado es, al que todos sirven. El hombre libre es aquel que ningún fuego lo puede quemar, y que ningún barro lo puede manchar.

Tan pronto como se le da la libertad, el hombre es gozoso; tan pronto como desaparece, se vuelve triste y ojeroso.

La libertad y el amor van de la mano, al igual que el pensamiento y la libertad. Sólo el hombre libre puede amar y pensar con precisión. El único entorno en el que podemos vivir libremente es en el del Amor. La libertad depende del justo pensamiento, y del Amor. Cuanto más libre es un ser, más comprende el Amor. Al no amar, se crean cadenas; y al amar, te liberas; esto se aplica tanto a ti mismo como a los demás. Amar a alguien significa

contribuir a su liberación; si amas a un ser sin darle su libertad, no estás en el camino correcto, porque tu amor no es verdadero. Sólo los que se regocijan en la libertad de todos son libres. La libertad del hombre depende del bien que realice. Un ser maligno establece constantemente sus propios límites a través de sus faltas y crímenes. Tan pronto como un mal pensamiento te toque, te arriesgas a perder tu libertad. El hombre salió de Dios libre; fue él quien luego se limitó a sí mismo.

Estamos, queremos la libertad razonable, que se basa en el Amor, la Sabiduría y la Verdad razonables. Puesto que tienes la fe, ya que amas a Dios, todos los Seres perfectos están a tu lado y disfrutas de la libertad, que es la experiencia de la vida del Todo. Cuando te levantas por la mañana, piensa en tu libertad, tu fuerza, en tu luz, tu bondad. Es en ellos donde Dios se encuentra. Lo saludarás y le dirás: «Señor, te doy gracias por darme libertad, fuerza, luz, bondad.» Por la noche, reza la misma oración. Al día siguiente también… Ya que eres libre. Dios les dirá: «Hija mía,

guarda todo el día la libertad que te he dado.”

Cuando hablamos de fortaleza, entendemos que debemos ser fuertes en el Amor divino; ahí es por donde el hombre debe comenzar antes de manifestar su fuerza en el mundo. Naturalmente, no es el amor humano ordinario, es el Amor que introduce un ideal en el alma, que pide al corazón sentir, al intelecto pensar, y a la voluntad de actuar con rectitud y rectitud.

Beinsa Douno.

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