Que línea eliges?

La línea que elijas depende de la conciencia con que actúes. Quien sabe que procede de Dios, sabrá también cuál es la dirección exacta de su movimiento y qué beneficios obtendrá de él. Eso significa saber discernir de una nueva manera.

Yo divido a la gente según cuatro categorías que denominaré: del Viejo Testamento (conciencia mosáica); del Nuevo Testamento (conciencia mesiánica); de los justos y de los discípulos. Voy a usar estos términos por falta de otros mejores. Sobre todo, porque despiertan en la mente imágenes e ideas conocidas. Estas palabras expresan también cuatro épocas importantes de la evolución humana, cuatro culturas, cuatro corrientes generales en el desarrollo de la conciencia.

Lo que comprendían los hombres de la época del Antiguo Testamento, lo encontrarás leyendo el Antiguo Testamento y lo que comprendían en la del Nuevo Testamento, allí lo encontrarás. Lo que comprenden los justos, lo puedes saber estudiando la cultura contemporánea, pues los justos son los que responden a un orden de derecho establecido. Pero, si buscas el camino seguido por el discípulo, no lo encontrarás ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, ni tampoco en los sistemas científicos y éticos del mundo actual. El camino del discípulo, eso es lo nuevo que hoy penetra en la vida de la humanidad.

En el Antiguo Testamento, el hombre paga sus pecados y sufre por ello. En el Nuevo Testamento, el hombre se perfecciona. En la vida del justo, sirve a los demás. Cuando el hombre llega al discipulado, comienza a estudiar la gran ciencia del amor. Aquí, el hombre se autodetermina, resuelve sus relaciones con los demás y, al mismo tiempo, estrecha vínculos con los Seres Perfectos.

Todas las contradicciones que existen en el mundo provienen de estos cuatro modos de vida; o sea, de las cuatro corrientes colectivas que actúan en el mundo. Muchos han luchado para apaciguar estas corrientes, pero ellas, por su naturaleza, son irreconciliables. Estas corrientes no se pueden superar de golpe, sino que esto se logrará paulatinamente cuando la vida del discípulo alcance su finalidad y se realicen sus ideales.

La vida del discípulo sintetiza los valores de estas cuatro formas de vida, pues ellas mismas son fases por las cuales él debió pasar necesariamente.

Cuando la humanidad pasa de la vida del Antiguo Testamento a la vida del Nuevo Testamento, le transmite a ésta las cualidades de la vida del primero. Cuando pasa de la vida del Nuevo Testamento a la vida del justo, también le va transmitiendo sus cualidades. Finalmente, los valores de la vida del justo se transfieren a la vida del discípulo. De esta manera se crea ese vínculo interno entre todos los hombres, ese acuerdo íntimo que está más allá y por encima de todas las contradicciones que caracterizan esas cuatro formas de vida. Después de haber pasado por aquellas escuelas preparatorias de la vida, el discípulo penetra en condiciones completamente nuevas y saca fuerzas de una nueva fuente. Cristo se refería a esta fuente cuando dijo: «Cuando llegue el Espíritu de la Verdad, Él os lo enseñará todo». Quien pudo entrar en la vía del discípulo posee ya otras concepciones y otros puntos de vista sobre la vida, muy diferentes, por cierto, de los que puedan tener aquéllos que pasan por los tres estados anteriores, quienes se encuentran todavía atrapados dentro de la esfera de la vida personal, lejos de la vida para el Todo. Los que aún viven la vida del Antiguo Testamento todavía buscan las riquezas y los tesoros escondidos; las dificultades en la vida los vuelve temerosos y rencorosos. Los del Nuevo Testamento buscan la compasión y la simpatía, pero las dificultades en la vida los desaniman y los conducen a la tentación.   

Peter Deunov.

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