Javier Serrano, enfermo de ELA, se ha convertido en el primer paciente de la Comunidad de Madrid en recibir la eutanasia legalmente. Me consta que es fácil escribir cuestionando la eutanasia cuando el cuerpo te responde siquiera mínimamente, cuando no te llegas a las teclas con un palo en la boca…, pero en algún renglón habremos de verter todo nuestro amor por la Vida, todo nuestro infinito agradecimiento en todas sus formas y circunstancias.
Quizás nos falte confianza en la bendita oportunidad que representa estar ahora en la Tierra con cuerpo físico, quizás nos falte comprender todo lo que se ha aliado para poder respirar en este instante, todo el esfuerzo increíble de infinidad de devas, elementales y constructores de las formas para ser ahora en esta dimensión.
La Vida no nos clava en una cama por capricho, no reduce nuestras posibilidades físicas a lo mínimo por mero antojo. La Vida nunca nos empuja a una lugar que no merecemos, a una postración injusta. Confiar en la vida es darte una oportunidad para ser feliz incluso en las circunstancias más limitantes que uno pueda imaginar. Si renunciamos a ese último, natural y acordado aliento, mermamos nuestra confianza en la Vida. La Vida no puede abrigar caprichos, la suprema armonía de todo lo creado es la prueba más contundente. Confiar en la Vida y ofrendar tu sufrimiento es darte la oportunidad de poner a cero tu saldo, de contribuir a elevar la vibración de la Tierra. Es la fe, no en un Dios antropomórfico, si no en la Vida como incuestionable Maestra, lo que podrá traer un poco de paz a nuestros días.
Cada quien va y viene cuando quiere. Cada quien es libre de cerrar su ligera maleta y marchar a voluntad, atravesar el Rubicón entre las orillas de la existencia. Podemos aguardar el momento o hacer bajar la marea, partir de imprevisto. Sin embargo no siempre embarcarse, partir antes de la hora se aviene con lo comprometido, no siempre es agradecido para con quienes hicieron posible nuestra presencia en la Tierra.
El Reloj no se debe adelantar, fundamentalmente porque fuimos nosotros en compañía de nuestros Guías quienes fijamos la hora. ¿Cuánto pago kármico no se liquida en los lechos del sufrimiento? El vehículo no se rompe por casualidad. No podemos renunciar a él cuando se avería, también ésta estaba programada.
Ninguna ley deberá perseguir a quien nos abre esa definitiva puerta por expreso mandato. No hay culpabilidad alguna en la píldora del último momento, ni en quien la administra. Sí al derecho legal a la eutanasia, sí también mayor luz a propósito de nuestro Propósito en la tierra, acerca de quienes en verdad somos, de dónde venimos y a dónde vamos.
La Divinidad es Amor Incondicional.
La libertad es inherente al Amor Incondicional.
Se puede ser haya o roble. Yo me iré cuando sienta que es mi momento. No necesito una enfermedad, ni esperar.
Es mi forma de ver la partida, la muerte voluntaria. A quién decida esperar no le juzgaré.
Es tan bonita la diversidad.