La oración es la acción más sagrada, particular para cada alma. ¿Cómo rezo? No puedo decírtelo, pero siempre rezo: cuando como, cuando leo o cuando trabajo. Deben llegar a una comprensión interior y profunda de la oración, de esta unión constante con el Dios viviente del amor y de toda sabiduría. Nos hace más estables, más rápidos para realizar acciones elevadas y nobles, y más perseverantes en el trabajo.
Todos los seres vivos rezan. Animales y plantas también. Los aromas que las plantas propagan en el aire son sus oraciones. Mientras la planta esté fragante, crece y se desarrolla. El hombre también, a través de su unión con el Alto, emite una fragancia agradable, como una flor. Si este vínculo cesa, la radiación de su mente se desvanece gradualmente. Como el olor de una planta depende de su calidad, por lo que cuanto más se desarrollan y activas las virtudes de un hombre, más se extiende su perfume, su luz interior, su oración.
Por lo tanto, la unión con Dios es la obra de vida más importante. La forma en que se logra esta unión es una cosa individual que todos deben aprender por sí mismos. Es desde la profundidad del alma que sale la verdadera oración, este anhelo de lo Divino, hacia lo eterno, inmutable. Si quieres que alguien te muestre cómo orar, ellos dirán: «No puedo enseñarte, pero oraré por ti y trabajaréis con amor de acuerdo con las reglas del ideal más alto. Esto te enseñará a orar».
Todo lo que se hace sin una conexión interior con Dios es doloroso para la mente humana. La oración de algunos es severa, medida, pretenciosa. Pero hay otros, especialmente entre los pobres o los agobiados, los que sufren, cuya oración brota, libre y directa, como la sienten en este momento. Después de tal oración, sus rostros irradian, sonríen, al mismo tiempo que en sus almas se logra un cierto cambio.
A veces algunas personas preguntan: «¿A qué lado tenemos que recurrir cuando oramos?» La oración no está sujeta a ninguna regla, ninguna limitación. Cuando la oración es correcta, uno siempre se convierte en Dios. Pero si oran a su Padre Celestial y al mismo tiempo piensan en sus amigos, sus padres, su situación, su dinero o su hogar, están orando a ellos. Si piensas en algún santo, rezas a este santo y no a Dios. Durante la oración, su pensamiento debe ser dirigido exclusivamente a la fuente de su vida. Es sólo la imagen de Dios la que debe estar en tu mente. Conoces esta imagen, y si la has olvidado, ahora debes de recordarla.
Beinsa Douno.