En el pasado, cuando el hombre no era capaz de ampliar su campo de conciencia más allá de los intereses de la casta, de la tribu o de la nación, las ideas de separatividad tenían su razón de ser. Incluso los grandes Iniciados, como Moisés, por ejemplo, mantuvieron la idea de que era necesario luchar contra los pueblos extranjeros, y el propio Moisés participaba en esas guerras. En aquella época era imposible hacer comprender el amor fraternal y la necesidad de una familia universal. Pero ahora es diferente, y con la rapidez de los medios de comunicación y de información, la tierra se ha convertido de golpe en algo tan pequeño, que ha llegado el momento de que los humanos comprendan que deben suprimir las fronteras y unirse para que el mundo entero sea una única familia. Se combate, pero, ¿para defender qué? ¡Observad cómo se afanan en defender un estado de cosas que está destinado a desaparecer! Pronto sentirán vergüenza al descubrir cuán limitado era su punto de vista.
Sin embargo, actualmente se comprueba que se está haciendo un trabajo inmenso en las conciencias, y veréis cómo se intensificará, si no es gracias a los adultos, será gracias a los jóvenes. Porque ya se está viendo cómo los jóvenes obligan a los adultos a ampliar sus concepciones, así como a renunciar al racismo, al nacionalismo, a la intolerancia: no pueden soportar más esas ideas demasiado estrechas, que son el origen de todas las guerras. Sí, está llegando una juventud que trastornará el mundo entero: tanto en Rusia como en América habrá una formidable revolución.
Omraam Mikhael Aivanhov. El egregor de la Paloma