Es un raro privilegio para los humanos poder encontrar a algún gran filósofo, algún poeta o erudito de renombre y conversar con él. Pero el mayor privilegio que se ofrece a todos: el de detectar la presencia de Dios, de escucharlo, de renovarse a su Luz y de su calidez. Esto es la vida real, porque es sublime entrar en contacto directo con esta Inteligencia que controla todo, que lo dirige todo hacia la evolución perfecta hacia la bondad.
Comienza a esforzarte por la perfección empezando por las pequeñas cosas. Ve cómo la Sabiduría de Dios se manifiesta en minerales, plantas, flores, etc. y progrese hacia cosas más grandes. El trabajo del hombre sobre sí mismo debe llevarse a cabo de la misma manera.
A algunos seres no les gusta que se les hable de Dios; pero si los miras cuidadosamente, descubrirás que les falta algo esencial. A continuación, puede decirles, por ejemplo, «No, ustedes no son lo suficientemente abiertos; y por eso eres anémico, debilitado y a menudo inestable. No les hables de Dios, pero en otro momento puedes añadir: «Necesitas aire limpio y respirar profundamente, profundamente, para purificar tu sangre y así evitar enfermarte» En otra ocasión, dígales de nuevo: «Toma tu comida; Acostúmbrate a masticar bien los alimentos y comer con concentración y reconocimiento. Poco a poco, descubrirán por sí mismos lo real, que está en todo.
Estos seres, como muchos otros, ven a Dios como algo abstracto, que no los mira, ni interfiere con ellos. Carecen de la experiencia de la necesidad absoluta de una vida interior más intensa.
El hombre debe aprender a utilizar las fuerzas que son abundantes en su servicio, comenzando con el aire – respiración – y por la luz – un pensamiento justo. Así establecerá relaciones directas y libres con lo Divino, y ampliará gradualmente el círculo de una existencia razonable, activa y gozosa que le permita tomar, en la gran vida, el lugar que se destina a él.
Beinsa Douno.