¿Has leído el antiguo drama bíblico de Job? Tendrías que leerlo. Él decía: «Mi alma está hastiada de mi vida» (Cap.X). Yo traduciría esta frase diciendo «Mi alma está hastiada de mi incomprensión», porque Job adoptaba una filosofía errónea, tal como se la habían inculcado sus mayores. En esta narración del Antiguo Testamento, se habla de un ser que se había interesado por la vida de Job. Este ser era Satanás, quien se sentía semejante a Dios. Y en un consejo celebrado en algún lugar arriba, Dios le dijo: «¿Has considerado a mi siervo Job? pues no hay ninguno como él en la Tierra, varón perfecto y honrado». Pero la opinión de Satanás sobre Job, era contraria a la de Dios.
Pensaba que cuando alguien lo ha recibido todo, es rico y poderoso, es muy fácil ser bueno y agradecido, pero si se lo pone a prueba, quitándoselo todo, podría llegar a renegar de Dios, hasta en su misma presencia. Dios aceptó el desafío y comenzó a probar a Job quitándole todo su ganado y sus riquezas. Ante esta desgracia, Job ni siquiera profirió palabras insensatas contra Dios. Solamente respondía: «Dios lo dio y Dios lo tomó». Insidiosamente, el demonio instaba a Dios para que siguieran las pruebas. Así, Dios quitó luego a Job sus hijos, en medio de una tormenta. Aún así, Job seguía diciendo: «Dios los dio y Dios los llevó». La tercera prueba fue sobre su propia piel, la que se cubrió de úlceras malignas. Y aquí aparece la contradicción en la vida de Job. Ante el dolor de su propia carne, también él dudó del amor de Dios. Así concibió la idea de que no es posible ser siempre feliz y que el hombre no puede ser siempre agradecido y desinteresado.
Lo importante es tener un concepto determinado de la vida. Y, para comprender la vida, es preciso tener en cuenta las leyes básicas que determinan su desarrollo. Por ejemplo, la gente busca la felicidad sin advertir que cada momento de felicidad es seguido por otro de infelicidad. El dolor provoca un oscurecimiento de la conciencia. Si la vida fuera comprendida en su realidad, sería posible ser feliz aun en medio de las más grandes contradicciones. Eso es tener fortaleza. El hombre fuerte es capaz de desviar los sufrimientos.
Tú dices que algún día serás feliz. Si ahora eres infeliz, en el futuro también lo serás. Pero si ahora eres feliz, serás feliz siempre, y nada más. Si ahora eres desgraciado, en el futuro también serás desgraciado si te mantienes en la misma conducta. Si tú te sientes desgraciado, ¿cómo puedes pensar en tu felicidad futura? Entonces, cuando dices que eres feliz, en ese momento la felicidad llega. Lo que piensas, sucede.
continua el 20/10………
Beinsa Douno.