La vida sin amor no existe. No hay corazón, mente y alma que no hayan conocido el amor. Donde el amor penetra, allí hay calor. De tal manera, todo ser lo lleva en sí mismo en pequeña o gran medida, como manifestación inferior o superior. Donde se manifiesta el corazón hay sentimientos y deseos materiales, con los cuales el amor trabaja.
El amor impulsa el alma hacia el movimiento y la creatividad, porque sin aspiración hacia la belleza el amor no se puede manifestar. Amar con toda el alma… ¿qué significa? El alma es el camino, una condición para la moción del amor. En toda la naturaleza existe el movimiento; en los lagos, ríos y mares, y también en el crecimiento, condición esencial para el desarrollo del alma. Por eso decimos que el movimiento es necesario para el amor, ya sea éste humano, angélico o divino. -Si se frena el movimiento, se frena la vida, y con ella el amor. Entonces, si en el amor hay movimiento se ama la vida y todo cuanto tenga vida. Y quien ama de este modo, siente la manifestación de Dios en su propio ser. Esto es sentir el pulso de la vida, la grandeza y la belleza de la naturaleza y la potencia del Creador. ¿Y qué significa amar con toda tu fuerza? La fuerza es intensidad. Esto significa amar de tal manera, que estarás decidido a franquear todos los obstáculos que se interpongan ante este amor. El amor exige sacrificios y todos los grandes seres se han sacrificado por él. No obstante ello, hay quien duda de la existencia de esos Seres iluminados. – ¿Cómo se puede negar la luz? Negar la luz es negar la vida. ¿Es necesario, acaso, demostrar la existencia de la vida? Ella se demuestra sólo por la muerte, .así como ésta sólo, se demuestra mediante la vida. Si hay vida, también hay muerte y si hay muerte, también hay vida. Se ha dicho en las Escrituras sagradas que vivimos y nos movemos en Dios. Esto es como decir que mientras permanezcamos unidos a Dios siempre viviremos indiferentemente de nuestra ocasional estada en este mundo o en el otro. La partida del alma humana hacia el otro mundo es denominada muerte; pero, en un sentido absoluto, la muerte no existe, es sólo la sombra de la vida.
Cristo nos habla de la vida eterna y con esto excluye la muerte. Quien ama a Dios con todo su corazón, con toda su mente, con toda su alma y con toda su fuerza, y a su prójimo como a sí mismo, ha obtenido la vida eterna y no le teme a la muerte. Vida y muerte son dos estados a través de los cuales el hombre pasa inevitablemente. Son cambios que conducen a la realidad. Vivirás y crecerás para amar al Señor. Morirás y llevarás contigo aquello que no se pudre ni perece, y así, hasta la perfección.
Peter Deunov.