Necesitamos una ciencia positiva y experimentada que nos enseñe a transformar el sufrimiento en alegría, a transformarlo en virtudes, a eliminar enfermedades y prisiones, y a armonizar la vida en la tierra. Dirás, «¿Es esto posible?» ¡Sí, es posible! «Pero,
¿cuándo?» ¡Tan pronto como los cristianos decidan vivir en verdad y hacer todo con amor al Señor! !
Sólo siente el amor de tu alma. Límpiate de todas las mentiras y de la obscuridad, porque nada puede impedir que el que miente en el nombre del Amor caiga en la oscuridad. El estudiante de la nueva Enseñanza persigue el noble objetivo de ayudar a servir a la humanidad con fuerza, conocimiento y amor. No intentes coaccionar a las personas implantando tu credo a la fuerza. Porque así, no cumplirías la ley del amor, la libertad, y el Espíritu no estaría contigo. Porque la Enseñanza de Cristo quiere la libertad y el respeto, para todos, como para ti mismo y para tu prójimo. Así que no vendas tu libertad a cualquier precio y a nadie.
Si sirves la vida con amor y pureza, tu propio existencia mejorará, tu carácter cambiará y tu entorno se volverá más armonioso. Ama la luz y el conocimiento, para que la Sabiduría Suprema entre en tu intelecto. Entonces lo que Dios te pide, lo lograrás con alegría y todo será para bien.
Amor, Sabiduría, Verdad son tres grandes mundos que contienen todas las posibilidades de la eternidad. Sólo la ley del Amor nos permite vivir en satisfacción, libertad y sabiduría en todas las circunstancias. La verdad libera al hombre y le da una dirección justa a su vida. No hay otra manera de perfeccionarse. Es a través de él que pasan todas las almas nobles y elevadas, todos los grandes seres, y todos los ángeles nacen; y es a través de el Amor, que los que vendrán después de nosotros serán llamados hijos de Dios. Cristo lo llama» «El camino estrecho». ¡Es estrecho, pero sublime!
El Señor de la Vida, que se manifiesta a través del Amor, nos está poniendo a prueba. El tiempo en el que vivimos es particularmente importante. Dios nos examina y observa nuestra conducta. Es por eso que necesitas estar estable y puro como los diamantes y listo, para en cualquier momento, que tengas que ser probado para educarte y poner en práctica tan bella enseñanza.
Debemos decir: «De ahora en adelante, serviremos al Amor, a la Sabiduría y a la Verdad». Veremos, porque el Señor está con nosotros, y no hay fuerza en el mundo que pueda oponerse a Sus principios.
Somos una gran familia, de tal forma que los humanos no tienen ni idea. Tiene ramificaciones en esta tierra, en el cielo y en todo el universo. El que sirve a Dios y aplica el amor será ciudadano de esta gran familia, de esta gloriosa vida. Quiero que todos ustedes se conviertan en discípulos de esta familia universal. Nuestro hogar es el gran templo del universo, donde reina el Señor del Amor, la Sabiduría, la Verdad. Amar a todos los seres de la misma manera. Les instruye a todos, y les da la misma libertad a todos. Te pide que recibas la nueva Enseñanza en tu intelecto y en tu corazón y que la difundas entre la nueva generación. Consíguelo, estudia. Te traerá un futuro brillante.
El cumplimiento de la Divina Voluntad, con amor y distinción, es una tarea indispensable para todos, sin excepción. Es una ley absoluta y sagrada que contiene todas las demás leyes en ella.
La nueva Enseñanza del Amor se estudia y se aplica a través de continuas experiencias, realizadas sin descanso. Sus métodos de vida (del Amor) han sido puestos a prueba en su infalible exactitud. Yo mismo, los he experimentado todas las veces.
El Amor que vigoriza nuestra alma, inunda nuestros corazones e intelectos y nos inspira a trabajar, sólo puede elevarnos, ennoblecernos y liberarnos.
¡Sé perfecto! El camino hacia la perfección conduce a conquistas eternas. El desarrollo es un proceso múltiple, no uno solo, y no se hace todo a la vez. El impulso hacia la perfección se debe a lo Divino en el hombre, que le estimula para trabajar constantemente para lo Bello y lo Supremo en el mundo. Este impulso es la lámpara que siempre debe permanecer encendida en todos.
Beinsa Douno.