65 – Eres presa de un pensamiento negativo y dices: » ¡Bueno es el Señor, El me va a liberar de estos pensamientos!». Luego tropiezas con una dificultad y vuelves a decir: » ¡Bueno es el Señor, El apartará mis dificultades!». Tienes razón, el Señor es bueno, pero tú debes trabajar. La nueva enseñanza exige de ti trabajo.
Así como el trabajo determina los beneficios, también los determina el amor, ya que uno y otro marchan juntamente. Dices que tienes fe y esperas que llegue la divina bendición. Hace tiempo que la divina bendición llegó a ti. Toma la pala, el pincel o la pluma y ve a trabajar.
66 – Cuando te digo que debes vincularte con Dios, no significa que a partir de este día tengas que hacer tal vínculo, puesto que éste existe desde la Creación. Es preciso comprender de dónde viene la vida, la fuerza y los dones que el hombre aprovecha. Si hoy el Sol ilumina fuertemente, ¿debes sentarte junto al fuego para entrar en calor? Abandona el lugar junto al fuego y. sal para calentarte al Sol. El fuego pierde su fuerza ante el Sol. Ten en tu conciencia la idea del Sol y no del fuego. Esto significa mantener conscientemente el pensamiento en la idea del vínculo con Dios, con quien debes estar en armonía constante. Todo esfuerzo que hagas te preparará para una sola cosa: heredar la verdad. Obtenida ésta, vivirás en su luz, así como aprovechas la luz solar.
67 – No pienses que todo cuanto sucede a tu alrededor es exactamente así como se ve. Por ejemplo, ves que el Sol albora y se pone. ¿En realidad es así? Los árboles lejanos que ves tienen un aspecto y los de cerca son completamente distintos; ¿cuál es la verdad? Generalmente el hombre tiene una idea de todo cuanto ve, pero no siempre esta idea responde a la realidad. Verdad es sólo aquello que siente en sí mismo y vive internamente. Lo que sucede fuera de ti es de un conocimiento relativo. Te miras en un espejo y en otro, y en esas imágenes hay algo diferente. ¿Cuál es la imagen verdadera? Tu propia imagen.
Beinsa Douno.