La vida es la más natural y también la más potente aspiración del alma; es la riqueza que ella anhela para sí.
Cristo vino para enseñarnos a conquistar esa vida que ansía el alma.
¿Cuál es esa vida? Cristo lo dijo claramente: «Vida eterna es conocer a Dios». «Conocerlo», éste es el secreto para la obtención de la vida.
El hombre puede tener un concepto sobre Dios, extraído de su religión o filosofía, pero ello no introduce vida eterna en él. Si el hombre pudiera conocer a Dios, en el sentido que le dio Cristo a sus palabras, no moriría.
Ahora tú me dirás: «¿Y quién no muere?». Esta pregunta demuestra que aún Dios no es conocido.
El ambiente en el que puede vivir el corazón, es el sentimiento; el ambiente para la vida de la mente, es el pensamiento; el ambiente para que viva la voluntad, es la activi.dad; y el ambiente para la vida del alma es Dios. Por eso se ha dicho: «En Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser».
Fuera de Dios, la vida no puede llamarse vida. ¿Acaso, no es verdad que cuando un ser pierde su vínculo con su ambiente natural se expone a la muerte? Esto es así respecto de un pez, un ave, una planta o un hombre.
Cristo, que era uno con Dios venció a la muerte, resucitó y vino a nuestras almas. Ahora, El nos enseña cómo salir de nuestra prisión y volver a nuestro ambiente. Nos enseña cómo vencer el mal y la muerte. Él viene ahora para destruir todas las falsas enseñanzas que destruyen nuestra vida. ¿Cuál es, entonces, la enseñanza de la vida? Es todo aquello que eleva la mente y el corazón. Es el amor, el Cristo viviente en nosotros.
Peeteer Deunov.