Solamente una cosa se les exige a los discípulos: que apliquen el amor entre ellos. Así comprenderán que los sufrimientos de uno son los sufrimientos de todos y los dones de uno son dones para todos. Si tú no quieres pensar de esta manera, tropezarás con dificultosos problemas que no podrás resolver. Por consiguiente, aplica el amor para evitar las limitaciones del mundo. Esto lo debes hacer tú voluntariamente, sin necesidad de que alguien te lo imponga.
El discípulo debe valorar no sólo su experiencia, sino también la de los demás. Esto le permite penetrar en el camino del amor unifican te. Así, él contribuirá alegremente en el crecimiento de cada alma. Tú debes saber que en el mundo espiritual hay una ley mediante la cual, cuando uno se eleva, todos se elevan.
Hoyes preciso tener una clara idea de la realidad de las cosas, para saber cómo actuar con uno mismo y con los demás. En esto radica la felicidad humana. Es lamentable la situación del hombre que cae víctima de las sombras de la realidad. Si hablas del amor pero no lo aplicas, nada podrás alcanzar. Lo divino siempre debe ser analizado y aplicado. Has de saber que sólo puede hablar del amor, aquél cuya alma, mente y corazón han permanecido bajo su influencia. Mientras el amor abarque tan sólo el corazón, este amor no puede ser abarcante; se tratará solamente de un amor efímero y circunstancial. Por el contrario, el amor divino se sirve de mejores métodos de expresión. Para que este amor se manifieste, largo tiempo el Espíritu divino debe trabajar sobre los cuerpos físico y espiritual, a fin de prepararlos para recibir sus energías; pues si tales energías llegaran al hombre antes de que éste estuviese preparado para recibirlas, sus cuerpos podrían fundirse.
Cuando el amor actúa en el hombre, se adapta de acuerdo con el nivel de su desarrollo y según el estado de su cuerpo espiritual. Sabiendo esto, no frenes al Espíritu que trabaja en ti.
Beinsa Douno.