El perdón.

El discípulo debe estar en armonía con lo Absoluto y ha de acercarse a Ello con fe y sin temor. Ha de haber armonía entre sus pensamientos, sentimientos y acciones. Ésa será la música interna que colmará el alma del discípulo. Y si vienen condiciones disonantes, que no pierda su carácter.

Debes saber que Dios es la eterna armonía. Cuando sientas en ti esa armonía, sabrás que Dios te ha visitado. La armonía es una condición indispensable para el intercambio entre el discípulo y lo Absoluto, y el intercambio entre el discípulo y su entorno.

Como discípulo de la gran vida, comenzarás este camino de armonía practicando el respeto y el perdón, pues éstas son las primeras condiciones para la aplicación del amor. Pero recuerda: ¡Perdonarás en el nombre de Dios! El perdón no proviene del hombre, sino de Dios. Tú podrás entablar una lucha contigo mismo si tienes que perdonar, pero tienes que triunfar en esta lucha.

Repito: El primer paso que el discípulo debe dar cuando entra en el camino espiritual, es el perdón. ¡Perdona en nombre del Dios del Amor!

Allí donde hay amor, existen condiciones adecuadas para el crecimiento, pues el amor favorece tanto el estudio como el trabajo del discípulo. Por lo contrario, cuando no hay amor, el estudio y el trabajo se tornan muy difíciles y la atmósfera alrededor de quien no ama se vuelve insoportable. Siendo así, aspira alcanzar el vínculo con la Primera Causa con la Naturaleza viviente de donde manan las energías de la vida.

¿Qué representa la Naturaleza viva? Ella es el hogar divino del que provienen todos los dones de la vida. Por ello, estudia la Naturaleza en todas sus formas, en todos sus reinos: mineral, vegetal, animal, humano y angélico. De esta manera, el hombre logra penetrar en los grandes secretos divinos.

No olvides que quien no quiere sufrir debe vivir de acuerdo con las leyes inteligentes de la Naturaleza. El Sol tiene su camino determinado. La Tierra también tiene su camino, su movimiento y su velocidad determinados. Las plantas se desarrollan de acuerdo con estrictas y determinadas leyes. En la Naturaleza, todo está medido por las leyes que la rigen y ella se somete a estas leyes. Entonces, como ser inteligente, el discípulo debe cumplir las leyes de la Naturaleza.

Trata de captar detrás del velo de las formas transitorias, el incansable trabajo del Espíritu. Así tu alma se elevará hacia lo Eterno.

¡Detrás de cada forma debes ver la Imagen Divina!

Éste es el recto camino del desarrollo, a través del cual pasarán todos los hombres. Esto es cuestión de tiempo. Unos lo harán más temprano y otros, más tarde; pero ¡éste es el camino ineludible de la vida!

Beinsa Douno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *