El camino del amor es un camino de muchos exámenes, a través de los cuales el discípulo pasa para probar hasta qué grado resiste en él. Mas, el discípulo que vive en Dios no ha de temer. En el amor, el miedo no existe.
El amor es una fuerza viva, es una corriente que mana constantemente de Dios y llega a todas las almas. Por consiguiente, frente a todos los exámenes, has de permanecer fiel al amor.
Debes saber que el discípulo pasa, en tales pruebas, a través de tentaciones, dudas y decepciones. Pero tú resistirás, sin dudar, hasta que la prueba finalice. Porque, cuando el discípulo todo lo resiste hasta el fin, es digno para la iluminación.
No lo olvides: en el amor debe desaparecer la forma, para que sólo permanezca el sentido. Si el discípulo busca la forma en el amor, puede caer. La moral del discípulo se fundamenta sobre el amor divino.
Tú has de negar todo cuanto produzca grietas en tu conciencia. El verdadero rechazo es un proceso interior y lo llamamos autodominio. Esto demuestra que se ha comprendido el sentido de la vida y se han reconocido las manifestaciones del amor con respeto, independientemente de si se trata del amor de un insecto o del amor de un ser humano. Porque en cada manifestación del amor, el discípulo ve lo divino expresado en grado menor o mayor. Él sabe que las diferencias responden al grado de conciencia.
Tú debes amar a la gente, por sus almas. Siendo así, no podrás odiar a nadie. Has de saber que el alma de aquél que amas y el alma de quien no amas, en lo alto se aman de igual manera.
Por lo tanto, no hagas diferencias en lo físico. Si en el rostro de cada ser tú no ves la manifestación de Dios, tú no comprendes la vida.
El discípulo ha de poder entrar en la situación de cada alma para comprenderla y ayudarla. Él sabe que sirviendo al amor sirve a Dios.
No olvides nunca que mediante el amor entramos en vínculo con una gran realidad. Porque allí donde está el amor, también se asienta el gran Principio Inteligente. Así, sólo viviendo de acuerdo con la ley del amor, Dios es conocido. ¡Para conocer a Dios hay que amarlo!
¿Sabes cuál es el primer síntoma por el cual se conoce al hombre que ha penetrado en el amor? Es que en él se establece una paz interna que nunca antes había sentido. Al mismo tiempo, se observa en él un creciente impulso hacia lo Grande y lo Infinito. Si tú tienes paz, es porque tienes amor. Cuando el amor no asegura la paz en el hombre, es porque lo que siente no es amor.
Cuando el alma recibe todo con amor, todo se le da con amor. Ésta es una ley. Lo grande, lo bello en la vida, es para las almas grandes.
Así, lo pequeño puede elevarse hacia lo grande, sólo mediante el amor. El amor engrandece lo pequeño y el amor envía lo grande a lo pequeño. Sólo el amor logra que lo pequeño sirva a lo grande. La grandeza sólo se alcanza en el amor divino. ¡Que este amor se convierta en una necesidad imperiosa para el discípulo! ¡Que viva en este amor, que lo posea, que lo respire! ¡Esto da sentido a la vida!
Tal es la gran prueba del discípulo. Para salir airoso de ella, debe alcanzar aquella luz en la cual el verdadero amor es reconocido.
Bajo los rayos solares, las plantas florecen y los frutos maduran. El alma del discípulo crece sólo bajo los rayos del amor divino.
Recuerda las leyes y métodos del amor:
El amor es una fuerza que rejuvenece.
El amor es lo único que crea la paz.
El amor trae condiciones para el desarrollo de la mente.
Cada día debes pasar por el fuego purificador del amor.
Donde hay verdadero amor, allí hay cultura.
Del amor que tengas depende tu alegría.
No podrás comprender el amor si no le sirves.
No hay mejor trabajo que servir al amor.
La única fuerza que nos puede enseñar a vivir, es el amor.
El amor ha engendrado las más bellas ideas, los más nobles sentimientos, las más grandiosas obras y los más grandes hombres.
Hay dos poderosos incentivos que impulsan al alma humana: saber que te aman y saber que tú amas.
Ante nosotros se extiende un gran futuro. Entonces, toda la humanidad sabrá que es el amor divino.
Y ahora, agradece por todo cuanto veas a tu alrededor. Así, las corrientes del amor fluirán a través de tu alma.
¡Todo existe por el amor de Dios!
Peter Deunov