La gente hoy quiere ser fuerte para salvar fácilmente sus dificultades, pero la fuerza no depende de las condiciones externas sino de la condición de su alma. Y la fuerza del alma es independiente de la personalidad.
La personalidad es variable y transitoria, pues ella representa el mundo físico. Al mismo tiempo, la vida física es la más pequeña y limitada manifestación de la vida total. Por lo tanto, lo pequeño no puede resolver el gran problema. La vida física es solamente una condición para la manifestación de la gran vida, cuyo principio no se debe buscar en el pasado, sino en el presente.
El hombre aún se pregunta si es una personalidad, un ego o un alma. La vida de la personalidad se destaca por sus contrastes: alegría y tristeza, amor y odio, envidia y competencia, etc. En relación con estas manifestaciones de la personalidad, el hombre debe saber que se encuentra en el escalón más bajo de la vida.
El origen de la personalidad radica en la conciencia. Ella es la madre de la personalidad, así como el Yo es el padre. Entonces, la conciencia y el Yo representan la dualidad que ha engendrado a la personalidad. Sobre esta pareja está la Divina Mónada; sobre la Divina Mónada está el Alma Divina y sobre el Alma Divina está el Espíritu Divino.
La Ciencia Oculta ha logrado, a través de su desarrollo, cierta comprensión sobre las manifestaciones del Espíritu Divino, pero sobre todo esto hay mucho todavía para conocer. La gente aún no se comprende a sí misma como personalidad. Conocerse a sí mismo significa dominarse.
Pero, si no se es dueño de la personalidad, ¿cómo es posible dominarse? En el estado de disgusto que manifiesta la personalidad, se oculta algún bien para ella, pues si no se disgustara, si no se entristeciera y alegrara, moriría. Por lo tanto, la personalidad vive cuando se alegra o cuando se entristece, cuando ama o cuando odia. Pero, lo que es bueno para la vida personal, no lo es para la vida consciente, pues otros son los estados que esta vida requiere. Las cualidades del hijo están determinadas por sus padres, pero el hijo no puede determinar las cualidades de sus padres.
Como la personalidad es hija de la conciencia, se ha equivocado en su camino y, debido a esto, hasta hoy no ha comprendido la vida, pues se enoja y luego hace la paz, ama y odia, se alegra y entristece. ¿Por qué se disgusta? No lo sabe. El disgusto indica que algo falta en el hombre. Para esto debe estudiarse, debe analizar su vida para ver qué parte de ella ha transitado en su larga trayectoria y cómo lo ha pasado. Debe darse cuenta hasta qué grado ha llegado en la escuela de la vida. El primer grado de esta gran escuela corresponde a la vida de la personalidad. Es algo así como la clase preparatoria para entrar a la escuela.
Cómo aprende y cómo comprende la vida, aquí el Maestro tiene la palabra. Cada hombre tiene su Maestro interior, quien lo dirige y lo corrige en la vida. El análisis y el autoanálisis son dos métodos que se aplican en la escuela.
Ya ha llegado el tiempo para que el hombre dé entrada a lo Divino en él. La Vida Divina tiene sus grados. Como consecuencia de ello, se manifiesta de distinta manera, ya sea en la personalidad, la conciencia, el alma o el espíritu. ¿Dónde encontraremos más contradicciones? En la vida de la personalidad.
Hoy, la personalidad ocupa el lugar más alto para el hombre. Por ahora, la personalidad es su dueña.
Si ves a alguien que se ofende, sabrás que se está manifestando como personalidad. Si el hombre es consciente, debe subir más alto que la personalidad y así no se ofenderá. Él se ofende cuando no se respeta a su personalidad, o cuando no son respetados algunos de sus derechos. Mientras un hombre ponga su personalidad sobre la personalidad de otro, el respeto no va a existir.
Incluso hoy la gente no reconoce el elemento personal de los animales y, como consecuencia de esto, no se les presta la atención debida y se los trata como seres sin personalidad. Pero los animales tienen su elemento personal, sólo que la personalidad humana ocupa un grado mayor, algo así como si el hombre fuera el rey de las personalidades.
Muchos atribuyen un origen divino a la personalidad. Si en verdad el Divino Principio estuviera en la personalidad humana, no existiría desarmonía alguna en el mundo. Mientras en la vida humana existan tantas manifestaciones negativas, tendremos la confirmación de que lo Divino no ha penetrado todavía en la personalidad. El hombre aún no conoce su personalidad. Una vez que ésta sea conocida, recién entonces ocupará su verdadero lugar y se liberará de tantas contradicciones y sufrimientos en la vida.
La personalidad representa la vida del cuerpo, y lo Divino la vida espiritual. Cuando el espíritu alcance el primer lugar en el hombre, entonces la carne ocupará el último. Contrariamente, si la carne ocupa el primer lugar, el espíritu se retrae. ¿Por qué es así? Porque sus necesidades son diferentes. El espíritu no puede sostener su vida con los alimentos necesarios para la carne. Si la carne vive con el espíritu y no muere, esto indica que ella vive independientemente del espíritu. Ésta es la causa por la cual vemos dos vidas distintas en un mismo hombre. Justamente, estas dos vidas crean sus luchas y contradicciones. Cuando el hombre someta su carne a la vida del espíritu, o cuando la personalidad se someta al Divino Principio en el hombre, éste podrá solucionar sus propios conflictos.
Peter deunov, El Camino del Alba.