16 – El conocimiento es del dominio de todos. Cada uno de los seres que nos rodean recibe algo de nuestro conocimiento. Todo bien da sus frutos. Si alguien no comprende plenamente el conocimiento que se le ofrece, al menos, un pequeño pensamiento de todo cuanto se le ha impartido quedará en él como si fuera una semilla que a su tiempo germinará. Todo pensamiento elevado transmitido con amor lleva implícita una bendición. Los buenos pensamientos y la palabra justa son de origen divino. Por lo tanto, seamos conductores de lo divino.
17 – Los correctos sentimientos producen amplitud y el pensamiento recto es como un ascenso a las cimas de la montaña. El pensamiento genera la fuerza que alimenta el sentimiento. Si el pensamiento no logra generar tal fuerza, es mejor que no se manifieste.
18 – Es preciso que cada uno adopte como base de su vida ese punto de equilibrio que se vincula con las correctas relaciones entre las almas, y para que esto pueda ser posible hay que observar la ley de la libertad. Cada alma quiere ser libre y las correctas relaciones son relaciones de libertad. Recordemos siempre que las diferencias entre los hombres se resuelven mediante la eficaz intervención de la inteligencia, contrariamente a lo que ocurre en el reino animal, donde las diferencias se resuelven con el empleo de la fuerza.
19 – ¡Busca a Dios en ti mismo! ¡Vincúlate con El para ser feliz! Que todos puedan decir: ¡Yo conozco al Dios viviente que está en mí y cumplo Su voluntad!
Los hombres son débiles en sus relaciones entre sí; se dividen, se desilusionan los unos de los otros porque no comprenden las leyes de la vida interior. La vida interna tiene sus leyes y necesidades, así como las tiene la vida externa. El cuerpo es la forma donde habita el alma y el espíritu. Las raíces están en el cuerpo y las ramas en el espíritu. Las raíces se arraigan en la tierra y las ramas se dirigen hacia arriba atraídas por el Sol. Esa es la razón por la cual el espíritu y la materia se mueven en direcciones opuestas, si bien son partes de una misma cosa. De estos opuestos, espíritu y materia, nace la vida. No hay que desestimar una cosa ni la otra, pues ambas se necesitan entre sí para manifestarse. No es posible negar lo material ni lo espiritual. Todo ser vivo de los distintos reinos de la naturaleza se reviste de las formas que corresponden a su desarrollo y cada forma cumple cierto servicio en favor de la vida. En cuanto al hombre, no es tan importante qué servicio presta, sino cómo lo presta.
Beinsa Douno.