Corona, la voluntad de ser.

En medio de tantos errores humanos está el que sustenta la idea de que el hombre es la corona de la creación, hecho a imagen y semejanza de Dios. La humanidad creada a imagen y semejanza divina aún no se ha manifestado. En la Tierra hallamos todavía al viejo Adán hecho de barro.
Otra creencia vulgar sostiene que el alma radica en la sangre y, con ésta, es absorbida por la tierra cuando el hombre muere y es
sepultado. La sangre podrá ser absorbida por la tierra, pero el vivo aliento no se derrama, ni se corrompe, ni se pierde, porque es eterno. Este es el Principio divino inmortal que se somete a la ley de evolución. Lo que muere es el principio animal, pero el divino vive eternamente.
Cuando se habla del Principio inmortal, aparece la pregunta: ¿Y cómo va a resucitar el hombre? Según la opinión de muchos, resucitará con el mismo cuerpo que ha dejado al morir; así es que si se trata de un luchador que ha pesado en vida ciento veinte kilos o más, sería posible que volviera a presentarse en la nueva vida tan fuerte y pesado como en la anterior. A mi juicio, esa es una comprensión infantil, que nada tiene que ver con la verdadera resurrección del alma. La resurrección de la que hablan las Escrituras comprende una nueva y divina vida. Acorde con este principio, el hombre puede renacer también varias veces en un día; ¿Acaso, si corriges un error, no hay algo que revive en ti? La resurrección es un proceso de liberación y esta nada tiene que ver con los sepulcros. Estamos sometidos a constantes cambios. Coincido con San Pablo cuando dice que no vamos a morir sino que cambiaremos. Hoy no somos como fuimos en el pasado, ni permaneceremos en el futuro así como somos hoy. El hombre cambia su mente, su corazón y su voluntad; cambia en sus comprensiones y en su manera de vivir.
Hoy se habla mucho de dignidad, de voluntad, del poder del pensamiento y otras cosas por el estilo; pero; según mi opinión, sólo es poseedor de una tenaz voluntad y un poderoso pensamiento, quien es capaz de anular el mal que ha pensado cometer, reemplazándolo por un bien. Dirás que tal cosa se decía ya en la época de tus abuelos. Sí, en realidad esto era conocido por ellos, sólo que no lograron convertir el mal en bien.

Peter Deunov, Maestro de Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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