La urgencia ordena. Hay veces en que el debido pragmatismo no permite más opciones. No es el momento de exhibir músculo de izquierdismo, de escalar utopías. Hay que vencer a Trump. Otro mandato suyo sería devastador para el planeta. La fecha crucial es el 3 de noviembre. No son las elecciones norteamericanas, es la hora de toda la humanidad. El bien común ha de triunfar sobre el abuso, el respeto sobre la codicia. No hay naciones de primera y de segunda. Nadie puede ser «grande» a costa del otro.
La política es el arte de los posibles, ya habrá ocasión para asaltar los cielos y atender a los imposibles. Bernie Sanders nos puede caer más simpático por su lenguaje filosocialista, pero él no puede ganar al magnate presidente. Joe Biden y Michael Bloomberg son más del «establishment», pero están en mejores condiciones para triunfar en Noviembre y desterrar el abuso, la amenaza y la arbitrariedad.
Debe haber siempre una jerarquía de objetivos. Los sueños pueden esperar. Lo que ahora está en juego son cuestiones elementales. Prima la defensa del clima y de la vida, de las relaciones internacionales y el multilarealismo, de la diplomacia y del respeto mutuo. Otros techos ya vendrán después. Hoy es preciso que la cabalidad y el respeto ganen la Casa Blanca. Mañana ya será otro afán, podremos volcarnos en nuevos y necesarios objetivos, apuntaremos la escalera hacia los cielos.