CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD REUNIDAS


Nadie se  sorprenda. No es un vulgar anuncio publicitario en medio de un muro donde mayormente colgamos nuestros  sueños. Es el anuncio de un asombro. Esa sencilla imagen esta  cargada de contenido. Cada uno de esos  “pendrives” tiene una capacidad de dos «terabytes» de información, es decir una posibilidad de almacenamiento ingente. Esta imagen corrobora lo que siempre ha postulado la «Sabiduría sin tiempo» a propósito de la Ley de la Grabación. Todo cuanto acontece queda  grabado. Esa  grabación es la que posibilita en nuestro caso individual el postrero ejercicio recapitulatorio.
Llegan por fin los anhelados esponsales entre  ciencia y espiritualidad. Con estos  asombrosos dispositivos, la ciencia oficial de alguna manera certifica  que la tradición oculta no estaba  equivocada, que apuntaba en en el correcto sentido: en soportes  mínimos es posible  acumular una  capacidad de información ingente. 


La ciencia  con esos  “pendrives”  nos  está  diciendo que era cierto aquel aserto de que la información de nuestra vida y de nuestras  vidas  anteriores se acumula en un ínfimo átomo, que algunas tradiciones denominan «simiente», puesto que es la base de la información para nuestra siguiente encarnación, o «permanente», porque nos lo llevamos de una  encarnación a otra y no desaparece. Estaría alojado en el corazón y constituye lo único que nos es permitido guardar de esta vida. ¿Si no fuera por ese  átomo en  base a qué información se iba a establecer el baremo kármico?


Como es arriba es abajo, el átomo permanente  es nuestro minúscula memoria personal o  «registro akhásico», puesto que es un  material más  sútil, el akhasa etérico,  el que  sirve de soporte. Cada vez que compremos un «pendrive» maravilloso de estos, no olvidemos que «de fábrica» llevamos ya otro, mucho más sofisticado, incorporado de por vidas. 

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