BENDITA DIFERENCIA

Está bien la pancarta cuando los primeros brotes anuncian primavera. Es necesario salir a las calles, rescatando los  derechos que aún se tragó la historia. Es imprescindible echar un guiño a las mujeres heroicas de Irán , Afganistán, Arabia  Saudí…, a todas las mujeres a las que el machismo imperante relegó aún más atrás. 

Pero no olvidemos que hemos de caminar unidos, mujeres y varones, mano con mano, corazón con corazón en esta maravillosa aventura en pos de un mundo nuevo. Un mañana de armonía y paz en unión con la Tierra, nuestra Madre querida, un futuro entusiasmante de mutuo apoyo y cooperación, de belleza y creatividad  nos aguarda. Vayamos fuertemente unidos y unidas tras ese alto Ideal. Nada quiebre nuestra alianza eterna, nos haga olvidar cómo nació el Uno. 

Pueda la superior «Ley de género» que no sabe ni de tiempo, ni de espacio, ni de color político, encontrar también su pequeño hueco en las despistadas aulas. ¿Quién podrá dudar a estas alturas de que tenemos los mismos derechos? Sin embargo felizmente no somos iguales, tampoco deseamos serlo.  La Vida es, triunfará y saldrá adelante cuantas veces  nos reunamos y refundemos en nuestra diferencia, en nuestra maravillosa, sagrada y sublime complementariedad. 

Con la escoba, la fregona y las labores más ingratas por supuesto nos habremos de alternar, pero no es necesario poner tanques de plástico, ni espadas de madera en los zapatos de la niña. No es preciso colocar biberones de juguete en el del niño. Bendita la diferencia que el Cielo ha creado, instituido  y cuya complementariedad imprime toda vida.  

No es necesario que  subáis al andamio, porque si no quién pondrá la ternura imprescindible en la cabecera del enfermo. No es preciso que os presentéis  en el frente de batalla, porque si no quién quedará en retaguardia frenando la locura de la guerra. 

Necesitamos más mujeres en los gobiernos y  consejos de dirección, pero no necesariamente en el oscuro y siniestro fondo de la mina. Al infierno nos tocaba bajar a nosotros, hasta que un día nos hartemos y no queramos volver y nos quedemos junto a vosotras labrando la tierra, criando feliz prole y volando cometas de miles de cielos y colores. 

Os pediremos  gasa, pomada y cariño para la última herida. Construiremos por fin juntos y juntas un soleado Reino de Dios, un paraíso de hermanos/as. 

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