El alma que se priva de oraciones también siente que le falta algo.
La oración es una necesidad absoluta del alma.
La oración es lo que, en el momento adecuado, trae fuerza a la mente, al corazón, al alma, a la voluntad. Es la obra súper consciente del alma humana que, al orar, se eleva por encima de la conciencia habitual, escapa del círculo estrecho en el que el hombre vive en la tierra.
A través de cada oración, el discípulo atrae nuevas bellezas a su alma, y este proceso puede ser ininterrumpido. Para que algo real suceda cada día en ti, de nuevo y por lo sublime, recuerda elevar tus pensamientos y gratitud cada mañana al sublime centro de amor y luz del mundo.
El discípulo que comienza a entender la gran ley de la oración realmente entra en el estado «hombre», y se prepara para convertirse en uno de los grandes adeptos. ¡Deberías tratar de ver cómo oran los ángeles!
La oración es el método para aprender el lenguaje divino; sin él, nunca lo aprenderás. La verdadera oración implica la concentración, aislamiento en sí mismo y discreción: no tienes que notar que estás orando.
Debes orar para que Dios no se aleje de ti. Cuando Dios aparta su rostro del hombre, el frío y la oscuridad invaden su conciencia y su vida pierde su apoyo. Un santo recibe sus conocimientos a través de la oración, a través de la contemplación, la meditación. Un santo ora extensamente, hasta que, que, a través de la inspiración, le llegan nuevos pensamientos y nuevas fortalezas.
Beinsa Douno