Continuaré con mi historia. El mismo sabio apareció por segunda vez en ese reino y dijo: “Como habéis perdido la semilla la primera vez, esta vez no os la daré para sea pasada de mano en mano, pero cuando encuentre al más digno ciudadano de aquí, le diré: “Amigo, tienes un bonito jardín y voy a plantar esta semilla en él, mas tú debes verter agua y cuidar de ella, y en cinco o diez años obtendrás frutos para curar a todos.”
Debéis plantar esta semilla y utilizar sus frutos. El primer fruto de esta semilla es el Amor que debe reinar sobre toda la gente, independientemente de su fe o nacionalidad. Debéis ir más allá de vuestra propia casa, sociedad y nación. El Amor debe abarcar a la humanidad entera, porque todos somos sus miembros. Es un solo organismo viviente y cuando se siente bien, será igual para la nación, para la sociedad, para el hogar, para un individuo también; y viceversa.
No quiero interferir en absoluto con vuestros puntos de vista. No es mi intención. Estoy hablando de principios. Esto es por lo que no quiero mezclarme con las crisis – social, política, cultural o espiritual. No es mi deber y ello no resolvería el problema. Visitando un hogar, donde la gente esté hambrienta, no voy a predicarles que Dios se acordará de ellos, dejándoles hambrientos con este pensamiento. No les diría: “Crean en Dios, tengan confianza en Él”. Me atengo al siguiente principio: llevar siempre conmigo una bolsa llena de pan y cuando visite un hogar donde la gente está hambrienta y los vea quejándose, les diré: “Pongamos la mesa y comamos juntos.” La paz y la calma serán restauradas en ese hogar.
En estos tiempos la gente tiene una idea equivocada de la Vida. Dicen: “pongamos la sociedad y el mundo en orden.” Estas son tareas ideales, pero ¿cómo educaríais a la sociedad, a vuestros hijos e hijas, a los políticos, a los maestros, a los sacerdotes, a los predicadores? Os aconsejaría a todos vosotros ir a estudiar la vida de las abejas. Ellas os enseñarán cómo debéis educar. Cuando las abejas quieren crear una reina, preparan un alimento especial para ella; preparan otro alimento para las obreras y un tercero – para los zánganos. Las abejas son buenas estableciendo su vida mucho mejor que la gente, la cual sólo está filosofando. No es un reproche, pero sí una indicación de que deberíamos estudiar la Naturaleza en un sentido más amplio, ya que ha permanecido frente a nosotros con todas las leyes y ejemplos de prosperidad grabadas en su interior.
Beinsa Douno.