Mira las estrellas, y di.

Una madre que quiere tener un hijo superdotado debe prepararse para tener una idea clara y consciente de su tarea. Del mismo modo, no podemos dar vida a una idea elevada si nuestra conciencia está ocupada con la mezquindad de la vida. Somos nosotros los que creamos ideas altas e ideas ordinarias. La idea de servir a Dios es un pensamiento alto, un pensamiento divino; servir a nuestro prójimo con nuestro intelecto y con todo nuestro corazón es también un pensamiento alto.

Nunca dejes que tu pensamiento, tu voluntad o tu corazón se apoderen de nadie. La nueva humanidad no necesitará ni religiones ni templos. ¡No hay mejor o más majestuoso templo que el cielo! Mira tus ojos y di, mirando las estrellas, «Señor, te agradezco por todo lo que has creado.» También preste atención a los seres pequeños, insectos, aves, plantas, flores, que son hermosas e innumerables manifestaciones de la naturaleza.

En ti despertarás un gran deseo de entender por qué todo esto es creado, y sentirás una fuerte gratitud que se eleva en tu alma.

Si te encuentras cerca de un manantial puro y claro, detente y lava tus manos suavemente, refresca tu rostro, bebe un poco de este agua pura y di esta oración: «Señor, ayúdame, purifica mi corazón, y haz que mi intelecto sea tan claro como el agua de esta fuente!».

Hay cosas reales y cosas irreales. Las cosas reales no tienen principio, ni fin. Por ejemplo, para nosotros, Cristo y Su Enseñanza no son del tiempo pasado, ni son de una época venidera. Lo vemos como una enseñanza del tiempo presente y perpetuo.

Todos tenemos un trabajo que hacer porque estamos ligados a él como los miembros de una gran organización. La mano no puede separarse del cuerpo, ni puede ser más importante que las otras extremidades. Ser conscientes de formar un todo armonioso, donde todo el mundo ocupa un lugar predeterminado. Conocemos el lugar de Cristo, el apóstol Pablo, Buda o Shakespeare, Beethoven, etc. En nuestro pensamiento, los ponemos cada uno en su lugar que se merecen.

En la conciencia cósmica, adquiriremos las cualidades indispensables para la vida luminosa del futuro y, bajo las condiciones del Hijo de Dios, resolveremos armoniosamente todas las contradicciones y dificultades humanas.

Todas las religiones conducen al umbral de la conciencia cósmica,  pero para entrar en ella, debemos dejar las creencias que se nos han  dado hasta ahora.

Beinsa Douno.

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