La oración, la contemplación y la meditación son esfuerzos del alma para escalar un lugar más alto. Ellas provocan un flujo de energía mental que facilitará tu trabajo en la vida consciente. Así, cada mañana, comienza el día dirigiendo tu conciencia a la suprema Realidad.
Si alguien piensa que carecen de importancia la oración, la contemplación y la meditación, cae en un error. Cuando oras, tú te determinas y permaneces en vínculo continuo con la gran Vida. Sabiendo esto, no impidas este proceso natural en ti.
La ley de la oración es semejante a la ley del alimento. Cuando el hombre es privado de alimento, su ser físico se quebranta. Asimismo, cuando el alma es privada de oración también siente tal falta, pues la oración es una necesidad interna.
La oración es tanto más determinada, cuanto más elevada es la conciencia. Alguien puede decir que reza pero no obtiene respuesta. Esto es debido a que su conciencia no está despierta. La conciencia humana se asemeja a una radio que recibe y transmite las ondas sonoras del espacio. Cuanto más despierta y elevada es la conciencia, tanto mayor será la posibilidad de que la oración sea recibida.
Si algo pides a lo Alto en tu oración, que sea lo más pequeño, pero al mismo tiempo lo más necesario: pide fuerza, conocimiento, amor, verdad y libertad. Todo ello te convertirá en un servidor. Mas debes saber que, en todo caso, lo que pidas será concedido cuando esté de acuerdo con la Suprema Voluntad.
Así, cada mañana, entra en tu aposento secreto, en tu alma virginal Cuando entres en vínculo con Dios, en tu conciencia aparecerá luz y en tu alma, una profunda paz. ¡Vincúlate con Dios!
Beinsa Douno.