«Respiración-oración»

La respiración profunda, practicada con método y concentración, puede proporcionar, además de la abundancia de oxígeno esencial para la purificación de la sangre, una fuerza vital, intelectual y espiritual adicional tan necesaria en la fase actual del desarrollo humano.

En las Escrituras, se dice: «¡Que todo aliento glorifique a Dios!» Glorificar a Dios significa que debes tener un interés agradecido en Su Amor, Su sabiduría, a todo lo que ha  creado, y a ti mismo, a tu Creador

tu supremo Maestro. Sepan que no hay maestro más grande y sabio que el Señor.

Por la mañana, al amanecer, a través des de ejercicios de respiración profunda y pensando que estás unido a Dios y reconociendo Sus cualidades, Su fuerza, Su bondad, entrarás en la armonía de Su presencia y de su pensamiento todopoderoso.

Para la «respiración-oración» matutina, el hombre, de acuerdo con la gran sabiduría divina que lo dirige todo, se sentirá mejor preparado y listo para realizar las tareas que le esperan todo el día.

Oración matutina del discípulo

Nuestro Señor Dios, mi alma tiembla de alegría a la luz del nuevo día que me ilumina.

Te agradezco por despertarme temprano en la mañana, cuando glorificas al hombre sabio, a los pájaros y a las flores.

Gracias por darme este día de nuevo, para pedirme que continúe mi trabajo con buena preparación.

Le agradezco por darme la oportunidad de cumplir su buena voluntad, con el fin de manifestarla con amor y sabiduría poniéndola al servicio de mis hermanos y hermanas.

Os ruego que me des la alegría de sentir la presencia del Espíritu divino y que escuche como un hijo devoto tus instrucciones, y que no me aparte de tus leyes. Dame y da a todos los hombres fuerza, vigilancia y el amor necesario para nuestra elevación y la venida de tu reino a la tierra.

¡Que el sol eterno de vuestro amor ilumine con su luz mi alma y la de todos mis hermanos y hermanas en la superficie de la tierra!

 ¡Que tu amor, tu sabiduría, tu verdad, tu justicia y virtudes reinen sobre la vida del hombre!

¡Que todos los hombres se conviertan en uno con Cristo y los ángeles luminosos, uno con Vos Señor y la gran Fraternidad Blanca Universal!

¡Que así sea, Amén!

Beinsa Douno.

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