¿Qué puerta queréis abrir?

Si tenéis dinero, ese dinero os abre todas las puertas. En el mundo físico, sí, pero las otras puertas, las puertas de la paz, de la felicidad, de la alegría, de la inspiración, las puertas de todas las cualidades y virtudes permanecen cerradas. ¿De qué os servirá tener todas las demás puertas abiertas cuando las puertas del santuario están cerradas? Coméis, os paseáis, trabajáis sin ánimo. Hagáis lo que hagáis, no experimentáis alegría alguna: es la señal de que las puertas espirituales están cerradas. Pues bien, eso significa que habéis comprendido la vida y los valores de la vida erróneamente.

                                        

No hay que tratar de impedir que la gente busque la riqueza. Pero los que la buscan deben saber lo que tienen que hacer para no ser aplastados por el peso de las desgracias, de los miedos, de las angustias. Porque eso es lo que les espera si no tienen la luz. Está bien que sean ricos, pero sin sucumbir a los estados negativos, fieles acompañantes de todos aquellos que se adentran en este camino. Que sean ricos, pero sin lesionar a los demás, y, sobre todo, que aprendan a hacer circular sus riquezas, que permitan gustosamente que los demás participen de ellas. Porque dar es una manera de progresar. Pero no se está acostumbrado a dar. Muchos tienen inmensas fortunas que guardan para sí. ¡Y todavía se sienten desdichados! No hay que impedir que las personas lleguen a ser ricas, sino que hay que enseñarles a compartir sus riquezas.

La tendencia a acumular ha sido la causa de divisiones y masacres sin fin entre los humanos. Por todas partes, e incluso en familias muy unidas, ¡cuántas tragedias por cuestiones de herencias! Porque siempre domina la rapacidad, con lo cual el mundo no puede escapar a la infelicidad. Todas las guerras se han originado por el deseo de tener más de lo que se tiene. El móvil ha sido siempre el de ir a buscar cualquier cosa en la casa del vecino: el dinero o las tierras… ¡como si en la vida sólo existieren el dinero y las tierras para sentirse rico y feliz!

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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