La humildad es indispensable para aquellos que quieren inspirarse en los espíritus elevados, de bien y belleza. Que el hombre que quiere mejorarse constantemente y evolucionar hacia la verdad eterna tenga como guía la pureza del espíritu sublime. ¡Que su existencia sea agradable a Dios, útil para los demás y para sí mismo, y que manifieste la bondad divina y el amor universal!
El hombre que camina para encontrarse con la nueva era es humilde, por lo tanto, perfectamente libre de sus pensamientos, siempre atento, delicado, en todo momento y en todos los lugares. La humildad implica pureza absoluta, externa e interior, física y psíquica. El ser humilde aprende fácilmente a usar las ideas, las fuerzas que captura, las corrientes de vida de los mundos superiores. Puede distinguir en él las ideas, deseos y analizarlos con calma; él sabe cómo alimentar y cultivar el bien y mantener a los demás alejados.
Cuando dices palabras útiles o das un ejemplo para tu prójimo, ponte de pie y te dices interiormente: «Es el Señor quien habla, es el que actúa. ¡Que todo sea para Su gloria!» Pero los que piensan que el mérito es suyo están equivocados. El que busca su propia gloria se embarca en un camino tortuoso. Sepan que el orgullo está lejos de Dios. Es por eso que los grandes espíritus que descienden a la tierra para llevar a cabo una misión divina, para el bien de la humanidad, toman la forma más modesta y nunca hablan de sí mismos, su poder y su conocimiento.
Si un ser no trabaja conscientemente para controlar sus tendencias al orgullo, ¡otros se encargarán de enseñarle humildad! Es un destino muy pesado para el ser que mantiene una estima exagerada de si mimo, así como sentimientos de orgullo heredados de sus existencias pasadas. Tendrá que sufrir mucho de hasta que se libere de este estado dañino y aprenda modestia. ¡Muchas veces, tendrá que orar para que se le dé un trabajo, para que sus servicios sean aceptados y a la vez será rechazado muchas veces! La naturaleza viviente utilizará todo tipo de medios para obligar a los orgullosos a llegar a ser verdaderamente humildes; le obligará a pedir, a mendigar, a sufrir culpa, desprecio, humillación hasta que acceda a reformar su en carácter.
Beinsa Douno.