Si dudas de Dios, dudas de ti mismo. Porque en Dios no hay cambios ni traiciones, lo contrario no puede ser verdad. No hay excepciones en el Amor de Dios.
Por lo tanto, dondequiera que vayas, puedes dudar de todo, pero de Dios, ¡nunca! Sepa que Él está en todas partes, y cuando lo invoque, Él lo ayudará.
Cuando oigas decir que no creen en Dios, obsérvalos atentamente y descubrirás que se consideran dioses. No sirvas a tales dioses.
Recuerda también: donde hay sentido, allí está Dios. Donde no hay sentido, Dios está ausente. Y donde Dios está ausente, hay «infierno».
Te preguntarás: ¿Cuándo es bueno el hombre? En el momento en que Dios se manifiesta en el hombre, éste es bueno. Cuando Dios no se manifiesta, el hombre es malo.
Cuando Dios entra en el hombre, el hombre se vuelve alegre y dispuesto a realizar cualquier servicio. Cuando el hombre se niega a servir a Dios, Dios le abandona.
No te preguntes si Dios te ama -no ha dejado de amarte desde el primer día hasta el último-, sino pregúntate si tú amas a Dios.
Pon a prueba tu amor con el único criterio seguro: ¿qué es más fuerte en ti, tus propios deseos o tu amor a Dios? Si tu amor a Dios es más fuerte, estás en el buen camino. Pero si tu amor a Dios es más débil que tus deseos, entonces el sufrimiento y la desgracia no cesarán.
Si el hombre tiene dentro de sí el amor de Dios, todo lo que suceda será para bien. Si carece de ese amor, entonces su camino es largo y difícil, y sus deseos inalcanzables.
El camino hacia Dios está en la perfección. El hombre perfecto sólo tiene un pensamiento: ¡su avance hacia Dios! Sin la perfección, Dios sigue siendo incomprensible para nosotros. Aspirando a la perfección, el hombre llegará a conocer a Dios como Amor.
Entonces él sentirá el pulso de todos los seres vivientes en la tierra. No hay mayor dicha para un hombre que ésta – sentir este pulso.
Entonces el hombre comprenderá el gran significado de estas palabras supremas pronunciadas por Cristo: «Yo vivo en Dios y Dios vive en mí».
«Vivo en Dios» – esto implica que Dios está «fuera». «Dios vive en mí» – implica que Dios está «dentro» y yo, el hombre, estoy «fuera».
Por lo tanto, cuando Dios esté dentro de ti, no lo restrinjas. Dale libertad absoluta dentro de ti, para que Él también pueda darte libertad absoluta dentro de Sí mismo.
«El Diablo» es un ser que ha restringido a Dios dentro de sí mismo, y por lo tanto, Dios le ha limitado desde fuera.
Dale libertad absoluta a Dios dentro de ti. Y entonces se abrirá para ti un mundo sin límites.
Beinsa Douno.