La vida en sí no es vieja ni nueva. Cuando afirmamos que buscamos una nueva vida, comprendemos una mejor manera de vivir, una forma más inteligente de encauzar la vida, con mayor pureza y comprensión. Tampoco el pensamiento puede ser viejo ni nuevo. El viejo pensamiento es el que ha perdido su pureza; y el nuevo, es el que se afirma en Dios.
Cuando te digo que es preciso aspirar al nuevo pensamiento, no quiero significar con ello que el pensamiento con el que se ha trabajado hasta ahora no ha aportado nada; por el contrario, ha dado mucho a la humanidad; pero, aún así, ya ha llegado el tiempo para que sea reemplazado. Nuestros viejos zapatos nos han servido hasta
hoy, pero están ya gastados y no nos permiten dar un paso más. Ahora debe imperar un nuevo pensamiento en la mente humana. Es preciso tener nuevas comprensiones y nuevas aspiraciones, así como es necesario accionar de otra manera, a fin de ponemos de acuerdo con la voluntad divina. Cuando el amor, el conocimiento y la voluntad se manifiesten al mismo tiempo en el hombre, el plan de Dios será cumplido. El amor es la expresión más alta del corazón; la sabiduría es la expresión más alta de la mente, y la voluntad es la expresión viviente del alma iluminada.
La causa de la desarmonía actual radica en el hecho de que el hombre piensa de una manera, pero siente y actúa de manera vieja; o siente de manera nueva, pero piensa y actúa de manera vieja. Entonces, entre la mente, el corazón y la voluntad se crea un conflicto de carácter interno que se expresa en la vida, exterior. La vida nueva incluye un proceso de continuo trabajo interno.
Lo viejo ya se va y es reemplazado por lo nuevo. Un proverbio turco dice: «Cuando la creciente se retira, queda la resaca». Lo importante es saber qué haremos con esta resaca. El hombre posee las experiencias del pasado; ¿qué debe hacer hoy? Trabajar como el químico; separando lo puro de lo impuro. Para penetrar en la vida divina, aprovecha las condiciones actuales que te permiten corregir tu vida de ayer. Si hoy no la corriges, nunca lo harás.
Cuando se dice que la vida vieja se va, muchos temen que pasará algo terrible con ellos. ¡No tienen por qué temer! Los viejos conocimiento, darán paso a los nuevos y la vida vieja será transmutada por algo mejor. ¿Hay algo temible en esto?
Así como esperas el primer día de primavera debes esperar el despertar de la conciencia divina y la obtención de la nueva vida. Hoy se espera ese despertar que denominamos «floración de la
conciencia». Para alcanzar el renacimiento debes estudiar la nueva vida, o sea, la vida que Dios ha puesto en ti desde la Creación. No te inquietes. La lucha que hoy se libra entre los hombres es inevitable. Trabaja para lo nuevo. Así como has creado el pasado, hoy lo tienes que’ someter a lo nuevo. ¿Cómo lo harás? Venciendo todos los obstáculos y dificultades que aún permanecen como residuos del ayer. Del pensamiento, el sentimiento y la voluntad que hoy forjes, depende tu superación. Sabes que la única solución del problema consiste en el sometimiento de la conciencia inferior. Las leyes que Dios ha fijado para la vida no pueden seguir siendo transgredidas. Nadie podrá cambiar el plan divino. Mientras trabajes en concordancia con Dios gozarás de todo cuanto El ha creado. Por lo tanto, pon en primer término el cumplimiento de la voluntad divina, luego la tuya.
La consigna del momento actual impone la liberación de todo cuanto es inútil, a fin de mantener sólo aquello que estimule el poder para crecer y avanzar en la nueva vida.
Peter Deunov.