20 – ¿Que es el bien y qué es el mal? Por ejemplo, es buena cada cosa que al comienzo de su manifestación limita, privando al hombre de su libertad para luego otorgársela. Al principio hay una limitación porque opera el dar. Mas la ley del mal actúa opuestamente: cada cosa que al comienzo de su manifestación da libertad pero luego la resta, es mala. Se advierte que cuando se piensa hacer mal se tiene libertad para hacerlo; pero, hecho el mal esta libertad se pierde. Esto es así porque cuando se hace mal se obtiene algo, pero luego se pierde cuando comienza a Verse cortada la libertad. Por consiguiente, cada cosa que incide a que el hombre pierda su libertad es mala, así como cada cosa que incide a que la obtenga, es buena. Si uno llega a comprender cuáles son los rasgos del bien y del mal podrá, fácilmente, distinguirlos en su vida y convencerse de su realidad. La observación de este proceso permite lograr una correcta comprensión y una positiva fe. Sin ello, la vida humana se asemeja a un canal obstruido por el que el agua no puede fluir libremente. Si el canal tiene demasiadas impurezas acumuladas, es preciso proceder a su limpieza para que el agua corra sin obstáculos. La mente humana es el canal mediante el cual lo divino se manifiesta. Por ello es preciso purificarla y liberarla de toda obstrucción. Los deseos vanos, los pensamientos impuros, las acciones equivocadas, son trabas en la mente y el corazón que limitan las más nobles aspiraciones del alma. Entonces, lo primero que hay que hacer, es liberarse de todo lo que obstruye los canales por donde lo divino debe fluir.
21 – Para un mejor aprovechamiento del conocimiento deben actuar conjuntamente la mente y el corazón. Pero antes es preciso saber cuál es la misión que debe cumplir cada uno de ellos. Yo no tengo en cuenta tan sólo el corazón y la mente ‘físicos. Lo material es una realidad, pero relativa. La única realidad sustancial es una mente y un corazón activos. Por Corazón activo comprendo la vida y por mente activa, la luz. Entonces, para mí, no es’ corazón aquel en el que la vida no actúa y tampoco es mente aquella en la cual la luz no actúa. A partir de la vida y de la luz tenemos el principio divino en acción. En el hombre hay dos principios, uno divino y eterno y otro relativo y transitorio. Mientras permita que este último sea el dominante, pensará que su sapiencia es grande, hasta que un día llegue a comprobar que el conocimiento que tanto lo enorgullece no descansa sobre una base firme. También pensará que es grande y puro el amor que es capaz de sentir, pero ese amor no tendrá la fuerza suficiente para mejorar su vida ni la de su prójimo. Para saber realmente qué clase de conocimientos tiene habrá de enfrentarse a rigurosos exámenes. Su corazón será examinado por el sufrimiento, y su mente, por la contradicción. El amor redime el sufrimiento y el conocimiento y la luz, la contradicción.
Beinsa Douno.