Cuando el discípulo penetra en el amor divino, se vincula con sus dones y los reparte por doquier. En el amor divino, manifestado y realizado, el bien brota, la justicia crece, la verdad florece y la sabiduría fructifica. La verdad y la sabiduría no se pueden abarcar sin el amor. El amor es lo que impulsa el pensamiento.
Cuando tú solamente prestas atención a las formas, te encuentras atrapado en las redes del mundo físico. Cuando prestas atención al contenido en esas formas, tú ya penetras en el mundo espiritual. Cuando prestas atención al sentido profundo de esas formas, entonces, ya estás en el mundo divino.
Cuando vayas hacia el amor, debes negarte de todo cuanto sepas. No le tienes que contar nada. El amor no quiere que le hablen del pasado, ni quiere saber nada del futuro. Sólo le interesa el ahora.
¡No hay cosa más bella que encontrar a alguien cuyo corazón vibra en el amor divino! Esto es como encontrar una piedra preciosa o un manantial de cristalinas aguas. ¡Tal debe ser tu ideal del amor!
¿Cuál, es la cualidad que determina al hombre nuevo? Cuando quieras saber si un hombre es nuevo o viejo, observa sin crítica con qué pensamientos y sentimientos se alimenta. Si los pensamientos y sentimientos que alberga en sí son positivos, se trata de un hombre nuevo; por el contrario, si son negativos, es un hombre de lo viejo.
Cuando yo hablo de gente nueva, comprendo a la gente del Sol, a los que viven en la alegría. Esta gente está llena de vida, es generosa y no le teme a las dificultades. ¡El hombre nuevo es un héroe! Este hombre tiene un alma amplia y sabe aprovecharlo todo inteligentemente. No cesa en su alegría interna, ya sea en las buenas condiciones, así como en las malas. Sabe que tanto unas como otras son dadas en favor de su crecimiento interior.
El Camino del Alba. Peter Deunov.