La perfección como ideal, I

Muchas personas, cuando escuchan la palabra perfección, se desaniman. ¿Cómo realizarás la perfección? Esto depende de la comprensión que tengas.

¿Cuándo podemos decir que una casa está terminada? Cuando está revocada y pintada por dentro y por fuera; cuando está limpia y dispuesta para ser habitada. Del mismo modo, el hombre puede llegar a la perfección luego de haber obtenido conocimiento y libertad, amor, sabiduría y verdad.

Alguien puede pensar que alcanzando la perfección ya no trabajará más, pero no es así. Justamente, quien es perfecto, tiene más trabajo que nadie. Cuando acudas en ayuda de la humanidad, comprobarás hasta dónde has llegado y qué es lo que te hace falta alcanzar todavía.

La perfección en la Tierra, en el sentido absoluto de la palabra, no existe. El perfecto tiene los ojos abiertos; pero, aún así, te dirá, como dijo San Pablo: «Algo sabemos y algo filosofamos».

La perfección no es un proceso mecánico. Tú puedes decir: «Yo quiero que se me abran los ojos, quiero ser perfecto». Eso es posible, pero abrir los ojos, en el más amplio sentido de tales palabras, comprende un intenso trabajo interior.

Jesús dijo a la Samaritana: «Sirve a Dios en Espíritu y Verdad». Esto significa vincularse con Dios. Sin este vínculo, nada podrás alcanzar.

¿Puede el hombre ser perfecto como perfecto es Dios? Si tú te quedas solamente con tus pensamientos, con tu propia fuerza, nunca llegarás a ser perfecto; pero, junto con Dios, alcanzarás la perfección. Por ahora, Dios se manifiesta mediante el hombre, pero aún no vive en el hombre.                                               

Ya se ha dicho: «Viviré en vosotros y os haréis uno conmigo». Esto comprende llegar a la perfección.

Hoy la gente se descorazona, se desespera. ¿Por qué sucede esto? Porque está lejos de la perfección, lejos de Dios. Y esto es así, no sólo para el discípulo, sino para toda la humanidad. La gente forma un todo. Juntos, todos los hombres llevan sus alegrías y tristezas. De esto se desprende que un hombre solo no se puede alegrar, pues su alegría está unida con la alegría de todos. Si un niño está enfermo, ¿pueden alegrarse los miembros de su familia? Aparentemente pueden mostrarse tranquilos, pero no podrán liberarse de la preocupación. Esto es así, también en relación con la tranquilidad de la humanidad.

Hay seres caídos que enfocan su mente hacia la gente pidiendo ayuda, y esto origina sufrimiento en los demás. Los pensamientos se reciben como si fueran enviados mediante una radio. Si tú, por ejemplo, recibes a través de tu radio interior el llamado de socorro de un barco que se hunde ¿puedes permanecer tranquilo? La gente vive comunicada entre sí y esto no se puede evitar. En medio de tales cosas, tú trabajarás y te desarrollarás internamente. Lo importante es toda la experiencia que puedas obtener. Sólo a través de tales experiencias el discípulo adquiere fuerza, se perfecciona y se libera.

Alguien me ha preguntado por qué es preciso creer en Dios y amarlo. Tal pregunta no obtuvo respuesta. Según mi opinión, amar a Dios y creer en Él, es algo totalmente natural. Esto está en el orden de las cosas. Cuando el discípulo ama a Dios, se vuelve estudioso. No puedes amar a tu Maestro y no estudiar. Si lo amas, serás estudioso. El estudio no se puede reemplazar por el amor. El amor y el estudio marchan juntos. De esto saco la siguiente conclusión: el que no estudia, no ama.

PETER DEUNOV

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *