Después de la pureza viene la santidad. Son dos sinónimos. Después la santidad viene la misión. Cuando los seres humanos son puros y santos, no pueden dejar de tener su misión. Y al final, después de la misión viene el Amor. Si no sabes cómo cumplir tu misión, no sabrás amar. Sin saber amar, no podremos aprender. Y si no sabes aprender, nunca podrás adquirir la libertad. Estas oportunidades están vinculadas estrechamente entre sí. El que comenzó con la pureza ya ha dado un paso adelante. Esta es la forma natural y normal en la vida. Alguien dice, «He envejecido, pero no he vivido lo suficiente. Quiero vivir de nuevo. Entonces, ¿qué es la vida? Supongamos que un hombre vive en la Tierra cien mil días; ¿qué necesitará durante su vida? Si come tres veces al día, necesitará trescientas mil comidas. Si bebe agua cinco veces al día y cada vaso contiene doscientos cincuenta gramos, necesitará ciento veinticinco mil litros de agua. Y si lleva traje todos los días, necesitará cien mil trajes. Algunos científicos dicen que cada siete años, los humanos renuevan casi todas las células de sus cuerpos; otros eruditos dicen que esta renovación tiene lugar cada tres meses. Así que según algunos eruditos el ser humano cambia su hábito cada siete años, según otros, cada tres meses, y en mi opinión, todos los días. Un traje nuevo sólo puede durar desde el amanecer hasta el atardecer. Como pueden ver, un humano cuesta mucho si vive en la Tierra cien mil días. ¿Cómo justificará este ser humano sus gastos si no ha servido a Dios, si no ha respetado su propia individualidad y si no ha amado a su prójimo?
Yo digo: Deseo a todos aquellos cuya conciencia se despierta para mantener en sí la idea de la pureza del pensamiento. ¡Que esta pureza sea aceptada y permanezca en la conciencia de todos como norma y medida que pueda ser utilizada en todas las ocasiones de la vida. La pureza es la varita mágica para cada humano concienzudo.
Beinsa Douno.