Trabajar para tener un mundo mejor

La semilla a sembrar
Tener fe y orar es inútil si no se empieza a hacer un trabajo interior poniendo al menos, como el jardinero, una semilla en la tierra. A aquél que se contenta diciendo: «Señor, te ruego, dame el amor, la sabiduría, la fuerza, la paz, la alegría … «, el Señor contesta: «Está bien, pero para que pueda satisfacerte, deberías haber sembrado por lo menos una semilla de lo que me pides. Te pareces a un jardinero que le pidiera al sol y a la lluvia hacer crecer legumbres y flores, sin haber sembrado ni plantado nada. ·- Pero Señor, nos enseñaron que si tenemos fe y te invocamos, seríamos escuchados … – Aquellos que te enseñaron así, dice el Señor, son ignorantes: no han aprendido que las leyes del mundo psíquico y espiritual son idénticas a las del mundo físico, y Yo no puedo modificar estas leyes para complacer a perezosos. Si quieres que te atienda, debes empezar por plantar al menos una semilla de lo que me pides en tu tierra interior… «

No basta con desear el bien
Alguien suplica: «Señor, quiero hacer el bien y te pido cada día que me orientes en el camino del bien. ¿Porqué dejas que me extravíe?» Claro está, es Dios el culpable, ¡no él! Pero este ser magnífico que desea el bien, ¿se ha preguntado qué es lo que quiere realmente? Desea un bien que sea fácil de realizar, un bien que no perturbe sus proyectos personales, que no se oponga a sus ambiciones, a su necesidad de confort, de placer… No duda que este bien que tanto desea, supuestamente, exige muchos sacrificios. Entonces ¿qué puede hacer el Señor con un ser que se ha fabricado una concepción tan ligera, superficial, perezosa del bien? Le deja actuar y andar por donde desee.
Aquél que alimenta verdaderamente un ideal de justicia, de bondad, de generosidad y no escatima sus esfuerzos para acercarse a este ideal, recibe siempre interiormente algunos consejos sobre el camino a seguir. Incluso sino encuentra enseguida la buena dirección, una voz interior le obligará a pararse a tiempo y a retroceder para coger el buen camino.

Dar algo a cambio de lo que se pide
Aquél que va a comprar a una tienda lo que necesita, debe entregar dinero a cambio de su pedido. Si no paga, no recibirá nada. En el mundo espiritual, hay también que dar para recibir. Dios dice a los humanos: «Si queréis que atienda vuestras oraciones, dadme vuestro corazón … » Pero he aquí que, a menudo, lo han entregado a otros: un hombre, una mujer (¡o incluso varias!), a placeres … No tienen más corazón para el Señor. Por eso sus oraciones no son atendidas. Es imposible recibir sin dar a cambio algo de su corazón, de su atención consciente, de su tiempo, de sus esfuerzos diarios.

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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