El agua corre de arriba hacia abajo y no al revés. La conciencia humana es la matriz en la que se realizan todas las posibilidades, pero en la conciencia divina se ocultan las condiciones para la realización.
Sabemos que hay una ciencia para el estudio de las formas vivas y que hay otra ciencia que se ocupa de las formas muertas. Frecuentemente los hombres caen en estas mismas categorías: la categoría de las formas vivas o de las formas muertas. Cuando alguien se desalienta cuando pierde la disposición de su espíritu, cae preso de las formas muertas; en cambio, cuando se anima y recobra el sentido de su vida, se eleva hacia las formas vivas.
Cuando tú te encuentras en medio de la Naturaleza en un tupido y verde bosque, respirando aire puro y refrescarte, te Sientes alegre y tienes ganas de vivir. Opuestamente, si te encuentras en un lugar cubierto de huesos humanos, tu animo desaparecerá, te tornarás apesadumbrado, pensativo y disconforme de la vida. Así, el hombre se alegra ante todo lo que irradia vida y se entristece por todo aquello que le recuerda la muerte.
Los hombres necesitan una nueva manera de ver y comprender las cosas, a fin de distinguir lo substancial de lo no substancial. La Naturaleza hace un esfuerzo para cambiar las condiciones, para transformar la vida de los seres humanos y para disminuir sus sufrimientos. Las perturbaciones que se producen en ella tienen el propósito de cambiar la dirección en que se mueven los hombres a fin de que puedan ser felices.
La felicidad se puede obtener por muchos caminos. Muchas líneas llevan al hombre a la felicidad. Estas líneas se llaman «líneas vivas de la conciencia». Por medio de ellas se estudian las divinas leyes que actúan en la vida humana. Fuera de es las líneas vivas, el hombre tropieza con líneas muertas, las que son residuos de la vida y constituyen el objetivo de la ciencia muerta.
Beinsa Douno.